Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 16 de mayo de 2008

Cómo ganar elecciones - III

(Artículo de opinión publicado en la página 9 del diario El Nacional, el viernes 16 de mayo de 2008)

Hemos hablado de cómo escoger los candidatos, de cual debe ser la participación de los partidos y ahora nos toca hablar de cómo los partidos y los candidatos deben plantearse y llevar a cabo su presencia electoral.

El binomio partido candidato debe existir y ser sólido. Los candidatos de similares intenciones y propuestas deben coalescer en un proceso gradual, apoyado por los electores, sus comunidades y los partidos políticos.

Algunos sistemas electorales plantean rondas de micro procesos electorales llamadas primarias, en la cuales se va añadiendo fuerza electoral a cada candidato y luego se asume que aquel que consiguió la mayoría de votos será el candidato presidencial de esa tolda partidista. Otros confían en las encuestas periódicas. Lo importante es, que partiendo de varias candidaturas expresadas desde las comunidades y las bases de los partidos, estas van progresivamente desarrollando su fuerza hasta conseguir el candidato de unidad. En ningún momento se escoge a dedo al candidato, ni se impone su aceptación, son los votantes cautivados por el candidato quienes tienen la primera y la última palabra.

El proceso de convergir o lograr la candidatura alrededor de un candidato de unidad debe ser un proceso transparente, respetuoso del elector y no egoísta. La escogencia no puede ser un proceso mixto de sugerencia popular y designación jerárquica.

En la actualidad, los partidos políticos tradicionales y los nuevos están igualmente desprestigiados y gozan poco del favor popular. La oposición está fraccionada y se comporta mayormente como grupos desarraigados y nostálgicos que pretenden enderezar la política, la economía y la sociedad, según reglas obsoletas y tan ineficaces como las que actualmente nos aplica la facción oficialista.

Tenemos que reconocer que Venezuela ya no es la misma ni lo será jamás. Las condiciones básicas permanecen y entra más dinero, pero el uso y las formas de gobernar e interactuar la sociedad ha cambiado. Los partidos deben reinventarse, los candidatos también.

Al proyecto socialista del siglo XXI de este gobierno, hay que oponerle un verdadero proyecto social, económico y político, que sea incluyente, no discriminador, descentralizado, no ideologizado, con estricta separación de poderes, que estimule y proteja la creatividad y la responsabilidad individual, que facilite, estabilice y proteja las inversiones privadas locales y extranjeras, que continúe, mejore y desarrolle planes de mejoras y estabilización social y económica para las personas menos capaces o menos pudientes y que se ocupe verdaderamente de las prestaciones de salud y no de dominar abusivamente la independencia y autonomía de criterio del médico.

La mejor manera de influir sobre una persona o sociedad es con el ejemplo. Si Venezuela será o no un ejemplo a seguir por otras naciones dependerá del éxito de nuestra gestión interna, no de los petrodólares, armas, propagandas o presiones manipuladoras en política, economía o materia militar. Por tanto, debemos garantizar el respeto a la autodeterminación y autonomía de otras naciones.

Ganar elecciones debe partir de tener candidatos de unidad, una posición política clara, definida, respetuosa, declarada sin ambages y que muestre nuestro compromiso. No es ir en contra de algo o alguien lo que ganará los votos, es ir a favor de un futuro concebido como excelente e ideal para todos, no ganadores incluidos.

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