Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 22 de febrero de 2008

¿Traidores a la patria?

(Artículo de opinión publicado en la página 13 del diario El Nacional, el 22 de febrero de 2008)

Estamos llegando al clímax en este ya largo proceso de imposible acostumbramiento al “socialismo del siglo XXI”. Lo que comenzó con planteamientos populistas atractivos y esperanzadores, pero imposibles de mantener, se ha convertido en un bodrio amargo, indigerible y exigente, más pesado que chicharrón mojado.

No me cabe duda de que los resultados de todas las propuestas salidas del estro creativo y socialistoide del ínclito líder de la revolución chavista, han fracasado o están a punto de fracasar. Su éxito humanitario, al lograr el reintegro a la sociedad libre de dos rehenes en poder de la guerrilla colombiana, ilumina el escenario con débiles candiles y gracias a lupas, espejos, bombos y platillos, se crea la ilusión teatral de mil reflectores. Pero el concepto final que extractamos de esa gesta, es la burla de la guerrilla a todos, incluido el propio gestor humanitario.

Las medidas de control y dirección de la economía han resultado inútiles y más bien han agravado los problemas. El control de cambio se convirtió en una estructura represiva y rígida que limita todos los procesos de crecimiento económicos y financieros del país. El control de precios, desarticulado de las realidades del país y cuya finalidad última era controlar la inflación y facilitar el acceso a bienes de consumo a la mayoría de los venezolanos, resultó un fallo espectacular que hundió la producción de varios rubros alimentarios y ha exigido reajustes de 33% y más en los precios.

Las decisiones petroleras, viscerales y desconectadas de las realidades internacionales, pero bien intencionadas en su esencia popular y nacionalista, han sido caóticas, por decir lo menos.

La labor propagandística y de influencia en la opinión pública desplegada por el gobierno ha rendido frutos de mezclado sabor. Hay quienes creen en el gobierno –los menos–, quienes desean seguir creyendo en el gobierno –bastantes– y quienes están engrosando las filas de aquellos que jamás creímos en el gobierno –los más.

Ahora tendremos que enfrentarnos a un nuevo escollo. Los enemigos ya no son solo el imperio, la Exxon ni Globovisión, ahora aparecerán los enemigos más peligrosos: los traidores a la patria. Y traidores son o serán quienes, en su momento, tomaron decisiones que a los gobernantes actuales no les gustan o quienes no manifiesten su rechazo a la Exxon y a Globovisión, o aquellos que opinen que el discurso del Ministro Rodríguez Chacín cuando la entrega de la Policía Metropolitana, ha sido la pieza oratoria más confusa, engalletada, pastichosa, clasista, antidemocrática y premonitoria de agresividad y corrupción, que se ha escuchado al norte de la Faja Petrolífera del Orinoco. ¿O es que pensar que los venezolanos pudientes deben pagarse su propia seguridad y el estado no proveerla, no es un escalón bajito para la corrupción, el tráfico de influencias y la venta de cargos y prebendas al mejor postor?

Si dejamos que el gobierno introduzca la tergiversación, la mentira, la manipulación y el chantaje en las comunicaciones, información, opiniones y acciones civiles y sociales, estamos perdidos como sociedad.

Los verdaderos enemigos de la sociedad son quienes pretenden entubarla en la rígida armadura de sus miopes e intolerantes actitudes. La libertad de expresión y de pensamiento son una pieza clave de nuestra identidad y permitir que nos las limiten es una verdadera y agresiva traición, a nosotros mismos.

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