Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 28 de diciembre de 2007

Reflexiones de fin de año

(Artículo de opinión publicado en la página 13 del diario El Nacional, el 28 de diciembre de 2007)

Algo de mi se irá con el año viejo, mucho me traerán las expectativas que tengo del nuevo año.

El futuro y mis esperanzas son uno. Estamos determinados a lograr la democracia que queremos y salir de esta situación política degradante, manipuladora, mentirosa, agobiante, limitadora y proveedora de inseguridades, escasez e inflación.

Sigo sin saber que quiere Chávez. Pero entiendo lo que quieren sus seguidores. Él es la pantalla donde muchos han proyectado sus aspiraciones y necesidades. Les ha respondido con una actitud que parece que va a hacer lo imposible por su pueblo y, al final, el pueblo sigue sin ver ni sentir nada, pero, llenos de imaginación y esperanza, siguen pendientes de que él va arreglar las cosas, convencidos de que las aspiraciones colectivas se satisfarán sólo cuando se satisfagan las de él.

El Presidente dijo que llevaría a Venezuela a ser una potencia mundial. Lo de potencia, me huele a uso y abuso del poder, a chantaje político, económico, militar y social.

No me gusta. No lo quiero. Que otros lo deseen es problema de ellos, pero para Venezuela no lo deseo. Me suena a envidia.
Que los que más tienen compartan con los que tienen menos, es justo. Sentirme en deuda con el que me dio cuando mi necesidad, es mínima cortesía, cobrar la deuda es malvado. Las potencias, cobran, a su manera, pero cobran.

Quisiera, en cambio, un país sereno, culto, laborioso, no beligerante, acogedor, sin pobreza y con pocas diferencias económicas entre sus habitantes, en el cual los valores del estudio, el trabajo, el servicio público y la solidaridad, sean nuestra verdadera riqueza.

Seguir dependiendo del petróleo como hoy, es un absurdo que debe terminar. Prefiero saber que tengo guardado un petróleo que ya no se utiliza tanto, que usarlo y depender de él y que por futuro tengamos, como ahora, la infinita angustia del ¿cuánto durará?

Necesitamos un verdadero proceso de industrialización, producción y comercialización de bienes que brinde al país la riqueza que necesitamos. Lamentablemente, la situación política y judicial del país no ofrece garantías necesarias para las inversiones que deben hacerse.

Ni extranjeros ni locales confían en la estabilidad legal del país. La protección de los capitales invertidos es inadecuada y la inseguridad personal y jurídica son demasiado grandes.

El valor de la moneda es artificial y manipulado. La desproporción entre las distintas posibilidades de obtención y venta de capitales en moneda extranjera es tan grande y la leyes tan poco coherentes, que pocos se atreven a aventurarse al intercambio monetario con fines de inversión.

La inseguridad se extiende a otros ámbitos. La delincuencia y el crimen no disminuyen ni tan siquiera por temor al maltrato judicial a los presos, que permanecen hacinados en las cárceles, mientras se manipulan sus derechos, hasta el punto de no concederles los beneficios que la ley les otorga, ni ser adecuadamente juzgados en el tiempo estipulado por las leyes.

Algún día los presos saldrán y contarán sus experiencias. La avalancha de testimonios del extremado y mal intencionado celo judicial con el cual se está tratando a los presos en general y a los presos políticos en particular, será enorme y su peso esperamos sepulte con tanta presión, tan profundo y por tanto tiempo, a quienes generan y mantienen ese estado de indignidad, que les convierta en petróleo pesado lleno de azufre.

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