Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Bajativo

Es una experiencia común, después de una abundante y sabrosa comida y antes de que esta resulte pesada en su digestión, tomarnos un licorcito, una infusión, una tizana o una agüita. Cualquier cosa que permita digerir el exceso, dormir y disfrutar los dulces sueños que deben acompañar a esa comida fiestera. A eso se le llama, como saben ustedes, un bajativo.

Hay otras ocasiones que exigen el uso de bajativos diferentes, pero bajativos al fin y al cabo, como por ejemplo, sacar las mejores notas en los exámenes, ganarse la lotería, salir victorioso en una competencia deportiva o en dominó y, por supuesto, ganar unas elecciones. Bajarse los humos, o no dejar que estos se eleven demasiado, es un acto de prudencia y respeto con los demás y en especial con el contrincante. Es pues un problema de digestión fácil y adecuada.

El domingo pasado, particularmente en la noche, hubo un buen consumo de bajativos de todos los tipos, pero, con todo y eso, la digestión ha sido muy pesada y hasta imposible para unos cuantos de los actores políticos de ese festín de noes y sies. Yo soy uno de ellos, pues estoy seguro de haberme intoxicado. Es más, siento que la cosa no me baja de aquí y la tengo atravesada en el gañote. Se trata de una experiencia por lo demás muy extraña, pues a la alegría de saber que se detuvo el proyecto de introducir una nueva constitución y declarar permanente el sitial presidencial, se le une el bocado intragable de la abstención, la extremada lentitud en la información de los resultados por parte del CNE y la supuesta actitud humilde y caballeresca del Presidente al intentar desvalorizar la victoria del NO llamándola “pírrica” y su afirmación de que el proyecto quedaba igual y que buscaría la manera de llevarlo a la práctica.

¡Cuarenta y cuatro por ciento de abstención! Las cosas que nos pasan como nación, nos las merecemos. No puede ser posible, al menos no me cabe en la cabeza, que casi la mitad de la población votante no lo hiciese. No se cual es la razón para no votar, quizá cada quien tenga una. Sé de personas que se abstuvieron por razones de objeción de conciencia o éticas, otros enfermos, algunos por que en ese momento estaban de viaje y no consideraron prudente cambiar sus fechas de viaje por la del referéndum. Pero también supe que hubo quienes tenían algo más interesante que hacer o prefirieron la playa, el sueño, el alcohol y quien sabe que otra cosa, que asistir y votar. También hubo quienes pensaron que ese no era problema de ellos, que lo único que les importa es no meterse en política y disfrutar la vida. En general pienso que la desidia es la causa principal de la abstención y de la inercia social y política, el dejarse llevar, el no querer oponerse y el no hacer cortocircuito con las opiniones de los demás.

El CNE ha ganado en confiabilidad, parcialmente. Las cifras parecen ciertas y adecuadas a las circunstancias locales de las mesas, indican el resultado real, pero la manera de presentarlas con un retardo de más de nueve horas desde el primer cierre de mesa, habla más de incompetencia o de intento de manipulación matemática que de confiabilidad. Además, ¿cómo se explica que un sistema tan caro, tan supuestamente perfecto, sea tan lento? Cuando la votaciones eran manuales, a las ocho o nueve de la noche se emitían boletines con cifras. No se entiende bien la justificación y función de las máquinas si es que no son más rápidas, confiables y exactas que los miembros de mesa y los testigos.

El Presidente se equivocó. Se está equivocando más a menudo de lo que el piensa. Últimamente, en su afán de ser controversial, querellante y tratar de atraer la atención, se ha echado encima un buen número de jefes de estado y de analistas y opinadores profesionales. Al considerar como “pírrico” el rechazo por la constitución propuesta, a quién verdaderamente ofende es a él y a sus seguidores, pues son ellos quienes supieron transmitir y atraer la opinión pública a su lado. La victoria no fue pírrica, en absoluto. Fue victoria y no solamente conservaron los ganadores sus armas y capacidades intactas, además se apoderaron de casi tres millones de votantes, previamente considerados propiedad del Presidente. La verdad es que fue una pérdida penosa y brutal para el oficialismo y entre ellos fue peor para la Asamblea Nacional y su propuesto segundo bloque de reformas, que para el propio Presidente Chávez. El pueblo rechazó de forma contundente y sin lugar a dudas los bloques propuestos, pero le envió un mensaje claro a los diputados y diputadas: no los quieren así, no los quieren obsecuentes y genuflexos, los desean autónomos, libres y totalmente responsables. El pueblo quiere que verdaderamente le representen.

Finalmente, una consideración más sobre el tema de insistir en la reforma constitucional que aparentemente obsesiona al único líder de la revolución socialista del siglo XXI. Apartando lo que dice la Constitución vigente sobre las iniciativas para la reforma constitucional, las enmiendas y la revisión constitucional por el Tribunal Supremo de Justicia de todos los decretos que se emitan y se relacionen con la Constitución, quiero decir que pocas veces he visto una mayor desconsideración, falta de respeto y arrogancia jaquetona e impertinencia, que la que ha mostrado el Presidente ante la decisión del “pueblo soberano”, como nos llama el, de no aprobar su supuesta reforma constitucional. Tratar de introducirla por otros medios es una burla macabra a la voluntad popular y no creo que los venezolanos estemos dispuestos a aceptar semejante afrenta.

Tómese su bajativo Sr. Presidente, yo tengo varios días tomándome el mío y lo seguiré haciendo por el tiempo que sea hasta lograr digerir bien...

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Médico psiquiatra en ejercicio