Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 20 de abril de 2007

Y ahora: las clínicas

(Artículo de opinión publicado en la página 13 del diario El Nacional, el 20 de abril de 2007)

Regresó el discurso contra las clínicas privadas. Signo de que no se están cumpliendo las supervisiones legales que debe ejercer el gobierno hacia quienes prestan servicios en el área de salud. Si el gobierno cumpliera con sus deberes de control y supervisión, como debe ser, y se cruzaran la información necesaria entre los distintos departamentos, esta situación de lanzar a la calle miles de fiscales a escudriñar entre las clínicas privadas, no se estaría produciendo, pues sabrían de sobra cómo se bate el cobre en la prestación de salud en manos no estadales y conocerían los costos, las inversiones, los precios y la calidad de la prestación. En el peor de los casos investigarían aquellas clínicas que mostrasen fallos en las declaraciones o resultados de su gestión.

Las constituciones de todos los países consideran prioritaria la atención médica. La medicina privada es una forma de dar esta prestación, que, por definición, no llega a toda la población.

Hay clínicas privadas que reúnen servicios, aparatos y especialistas de alta capacidad profesional, cuyo costo es alto. Ahora bien , el problema no debe verse como que existen esos servicios y no están disponibles para otros que no sean quienes tienen el dinero para acceder a ellos, veámoslo más bien como que el estado no ha sido capaz de organizar y disponer de esos recursos para la población. A mayores y más constantes recursos médicos, mejor atención recibirá la población y menor necesidad habrá de medicina privada.

Nuestra obligación como médicos es la de atender a los pacientes con probidad y suficiencia de conocimientos, usando los recursos disponibles. La medicina moderna exige recursos muy costosos, debería ser el estado el que los adquiriese y ponerlos a la disposición de todos, incluyendo a la medicina privada. Actualmente la medicina privada adquiere aparatos y recursos costosos que, de repente, a alguien se le puede ocurrir que deben estar en manos del estado.

¿Por qué amenazar a las clínicas y a los médicos en ejercicio privado? ¿No es más fácil supervisar y controlar los parámetros del servicio prestado, continuamente? ¿No es más eficiente mantener y mejorar los hospitales y clínicas del estado?

En medicina privada trabajamos bien, atendemos un volumen alto de ciudadanos con resultados excelentes. Quienes trabajan en medicina pública, cuando tienen la paz y los recursos necesarios, trabajan bien y atienden un volumen alto de ciudadanos con resultados excelentes. ¿Por qué, entonces, no nos dejan trabajar tranquilos, en paz y con recursos, a todos? Yo procuraré mis conocimientos y mis recursos. Al estado le toca proporcionar la paz y los recursos a la medicina pública, no quitarme los míos para dárselos a otro o perderlos en la vorágine estatizadora.

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Médico psiquiatra en ejercicio