Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

sábado, 23 de diciembre de 2006

Reflexión en la Navidad

(Artículo publicado en el diario El Nacional, página A-7, el 22 de diciembre de 2006)

En 2006, padecimos angustias y se crearon expectativas que generaron esperanzas a nuestro ánimo y nos permitieron ver el futuro con mayor optimismo que en 2005. Fuimos a elecciones presidenciales y, llenos de ilusión y optimismo, presentamos nuestros votos en la batalla electoral. No asistimos todos y eso es deplorable; pero fuimos más que el año anterior en las elecciones parlamentarias y además no se oyeron con tanto volumen e insistencia las voces abstencionistas. Ganó Chávez y lo lamento, pues siento desacuerdo con sus políticas, formas de accionar y sectarismo.

El temor generado por las políticas oficialistas y los miedos echados a rodar por las innumerables fábricas de rumores, jugaron un papel preponderante en la inclinación por el candidato de la oposición, pero lo que es inconcebible es que, a pesar de eso y siendo el tema obligado el miedo al futuro, tanta gente decidiera no votar y dejar en manos de los votantes activos la resolución del futuro del país.

El que calla, otorga; viejo principio que sostiene el valor del silencio como actitud positiva y desacredita el juicio sobre la no acción como redundante, al ser igual actuar y ser mayoría y no hacerlo y convertirse en apoyo activo a esa mayoría. Quienes no votaron en las elecciones del 2005 apoyaron tácitamente la escogencia de diputados que hicimos los venezolanos. Quienes no votaron en 2006, apoyaron tácitamente la escogencia presidencial. Son mayoría las personas que votaron por el candidato oficialista y las que no asistieron al acto de votación. Son minoría estrictamente cuantificada, quienes son de la oposición. Así pues, sabemos exactamente cuántos venezolanos se sitúan en que bando.

Saber cuántos somos no es suficiente para el gobierno; ahora quieren saber quiénes somos y de cual bando. El partido único oficialista es el primer paso de una nueva lista que identificará, sin lugar a dudas, la inclinación política y el grado de adhesión al Presidente y sus políticas. Carné dual: de partido y salvoconducto laboral, comercial y burocrático. Nueva cédula de identidad para muchos ciudadanos que tienen más derechos que otros, por las razones más torcidas.

La Navidad es un buen motivo para reflexionar sobre nuestra futura actitud colectiva dentro de la oposición. Tomando como ejemplo la actitud de los apóstoles, hombres y mujeres del pueblo llano y humilde, que engranaron el mensaje de Jesús con sus propias e íntimas inquietudes y abandonaron sus logros ciudadanos, para ir en busca de otros seres a quienes predicar que podían vivir la misma experiencia. Esa es la actitud que debemos preconizar y mantener. Actitud desprendida y sintonizada íntimamente con uno mismo, por la cual entendemos que nos debemos a los demás, que haremos lo que esté en nuestras manos para conseguir que otros lo entiendan así. Que ruede y crezca la nueva actitud, hasta que seamos mayoría y logremos la vigencia activa de nuestras ideas y las hagamos fuente de felicidad y paz para todos, sin distinción.

Recientemente el Presidente reconoció públicamente que esa actitud, de la que hoy hablo, es la actitud que él quiere exigir a sus colaboradores en el gobierno. Ocho años tardó en darse cuenta de aquello que todos hemos visto suceder: la ineficiencia gubernamental, la falta de mística y compromiso de los servidores públicos y la exagerada corrupción. Es triste que sea un error de protocolo el que despertó en él esa inquietud y no se hubiesen destapado antes esas vías de reconocimiento y vergüenza, con sucesos tales como el asesinato del fiscal Anderson, la masacre de La Paragua, las decisiones judiciales cuestionables y las muertes de sindicalistas por sicarios a disposición de sindicatos paralelos, grupos de presión y mafias raqueteras. Me uno al Presidente al presentar excusas al pueblo de Panamá; también quisiera presentar mi más rendido lamento por la injerencia indebida y continuada de algunos servidores públicos en los asuntos internos de otros países.

Hacer algo por la patria es esencial para sentirse patriota y ejercer el afecto por el terruño. La nación no se le entrega a otros para que hagan de ella lo que les plazca. La nación la construimos entre todos, todo el tiempo. Si no nos gusta lo que otros hacen, hagamos entonces por conseguir que nuestras ideas prevalezcan, con el debido respeto y el esfuerzo que sea necesario. Al final prevalecerá la actitud que más se acomode a la idiosincrasia nacional. No siempre será la que deseamos, no siempre será la que otros desean.

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