Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

sábado, 9 de diciembre de 2006

"Conoce la paz, quien ha olvidado el deseo" (Bhagavad-Gita)

(Artículo publicado el 9 de diciembre de 2006, en la página A-9 del diario El Nacional)

Deseamos y trabajamos pero no fue suficiente, perdimos las elecciones.

Participé en una mesa electoral con Pedro, buen organizador, motivador y constante trabajador; Ronik, laboriosa y perspicaz, no pasaba una y logró la perfección en sus reportes; Lily, que trabajó sin pausa con el cuaderno de votación y ayudada por Félix, no cometieron ni un error, ni fueron causa de dilación en el curso de la votación; Víctor, que entintó los meñiques; Fernando, que ayudó a enrumbar los votantes a la máquina, instruyéndoles en cómo efectuar su voto; Sylvia, Miriam, Grelsy, Magali y Raquel, que fueron testigos, bonitas, curiosas y colaboradoras y Javier, Daiana y Loreta, que gracias a su capacidad para mantener el orden y la concordia en la puerta, no hubo aglomeraciones ni reclamos. En la mesa hubo 26,43% de abstención. No capté ninguna evidencia de fraude. La auditoría de las otras mesas, fue de concordancia al 100%. En ese centro de votación ganó Rosales con 85% de los votos.

En la noche viví la impresión de saber que luego del escrutinio de 78,31% de las mesas electorales, Rosales perdía con 38,39% de los votos, para una abstención de 24,68%. Se truncó mi alegría.

Que Rosales ganara la elección era un deseo al cual había brindado, con alegría y voluntad, mi energía y dedicación. Estaba seguro de que ganaría con margen suficiente para hacer un gobierno eficiente y estable. Lo que me hacía estar más seguro de los resultados eran las proclamas personales de adherencia a la candidatura de Rosales, la obvia tendencia a votar que se sentía en la gente y las amargas quejas de tanta gente que ligados al oficialismo por alguna razón, pedían, sin embargo e intensamente, un gobierno diferente. Creí que atreverse y la disminución de la abstención, eran condiciones necesarias para ganar la elección, pero además pensé que eran el único signo verdaderamente importante de compromiso del elector con el futuro del país. A través de la abstención podría calibrarse el crecimiento del espíritu de lucha y superación del venezolano. Era la clave del éxito.

Rosales hizo una buena campaña electoral. Lo que le faltó para ganar fue tiempo y disminuir la abstención. El poder y el dinero fueron la fuente del éxito del candidato oficialista. Los planteamientos ideológicos entre ambos candidatos alcanzaron una importancia relativa y hasta menor en intensidad e influencia que las oportunidades de reunión y expresión pública y la exposición mediática. Mientras más exposición pública, por el medio que fuere, más influencia en el elector.

"Atrévete" fue una consigna efectista, que generaba la suficiente seguridad en su planteamiento como para ser la palabra ideal para atraer a los miles de empleados o relacionados con el gobierno que temen perder sus trabajos o contratos por aparecer como de la oposición o como no pro-gobierno. Pero ?atrévete? es un arma de doble filo: por aquí corta y por allá desgarra. Si por este lado te indica que lo hagas, que eres bien recibido, por el otro te dice que tienes bozal de arepa, que no te atreves, que vendes tu dignidad por un salario. ?Atrévete? excluyó a muchos que sintieron que ante la acusación de la oposición no les quedaba más remedio que seguir bajo el techo protector del gobierno.

Una experiencia inolvidable es la paz. Los venezolanos dieron la demostración más fehaciente de civismo y respeto por el sistema democrático que se pueda esperar de grupo humano alguno. Ni la pasión ni la desilusión fueron fuente de desorden o desestabilización, al contrario de lo que han repetido hasta el cansancio los dirigentes oficialistas, que proyectan sus más íntimos demonios en las supuestas conspiraciones de opositores, medios de difusión y potencias extranjeras.

El gobierno tendrá que vivir nuevas experiencias: casi 40% de la población no comparte sus intenciones y acciones. Imponer políticas a tal cantidad de ciudadanos es peligroso. Reconocer la fuerza del opositor será necesario. Despreciarlo, como hasta ahora, es la indiferencia que generará la resistencia pasivo agresiva que terminará por desesperar al gobierno y entrabar el desarrollo armónico del país.

Tengo que reconocer que hemos mejorado mucho en cuanto a transparencia electoral y compromiso con nuestro país, pero no del todo. Que votemos todos significa que a todos nos importa mucho cada uno de nosotros. Que vote menos gente, significa que no a todos nos importa mucho cada uno de nosotros. Tenemos por delante, todavía, mucho camino que andar, sin tanto desear y más apegados a las realidades. Lo reconozco y estoy en paz.

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