Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

sábado, 14 de octubre de 2006

Viviendo mal

(Artículo publicado en el diario El Nacional el 13 de octubre de 2006, en la página A-8)

Mientras se suceden los duelos por las víctimas de las masacres de La Paragua y Maripa en el Estado Bolívar, y las de los cuarentitantos muertos diarios a manos del hampa y la violencia callejera, causadas unas por el abuso indiscriminado del poder militar y otras por la ineficiencia y desidia de los gobernantes, nuestro Jefe del Estado se enfrasca por radio, televisión y prensa, en presentarse como la víctima del imperialismo yanqui y de los medios de comunicación, porque él no dijo lo que los demás entendieron que había dicho. Dijo, eso sí, que Galbraith estaba muerto. Una muerte de mucha importancia para el mundo intelectual y político, pero no menos importante ni lamentable que las de los venezolanos que son asesinados diariamente.

Páginas desplegadas en diarios para quejarse del desaguisado de la agresión sentida por la interpretación errónea de sus palabras, pero sobre lo que nos atañe como sociedad: nada. Sólo un comentario elemental sobre excesos en el uso de las armas.

Las agresiones continúan en el Estado Bolívar, ahora hay menos muertos por incursiones militares, pero siguen desvalijando, quemando y echándoles plomo a los mineros informales. Los secuestros y asesinatos en todo el país también siguen y no vemos acciones preventivas.

¿Será que es más fácil dispararle a mineros desde helicópteros que perseguir a la gente armada que maltrata a nuestros habitantes? ¿Es más sencillo y expedito matar y desvalijar, que contribuir al cambio de ocupación y mejora de condiciones de vida de los mineros informales y, si a eso vamos, de todos los trabajadores informales de este país?

Nos imaginamos el día que este gobierno se de cuenta de que los buhoneros y otros trabajadores informales no aportan al fisco, trabajan con mercancía pirata que tampoco aporta riqueza al país y decidan cambiarlos de ocupación y reubicarlos?

Vivimos mal. No nos sentimos amados ni considerados por nuestros gobernantes.

Esta semana apareció una propaganda electoral del candidato oficialista solicitando al pueblo de Venezuela que le de su amor, que lo amen votando por él. Entiendo por qué pide votos por amor: el amor es ciego.

Se ama sin condiciones y se acepta al ser amado sin cuestionamientos. Ahora bien, una cosa es amar a alguien y otra estar junto a él. Podemos amar profundamente y aceptar a esa persona como esa persona es. Reconocemos nuestro amor, pero decidir estar con él o no, es nuestro privilegio. Seguimos amando, pero puede no gustarnos su comportamiento en determinados momentos y circunstancias y no estaremos dispuestos a convivir en pareja. Este concepto, tan básico, es difícil de aceptar y muchas personas se quedan atadas a un amor que les daña, les maltrata, les humilla y no les considera. Es frecuente encontrar personas que describen a quienes aman como: ?sol en la calle y sombra en el hogar?. Es común encontrar familias que dependen de una esperanza nunca satisfecha, de un padre bocón, prometedor y mentiroso, que además tergiversa cuanto suceso le atañe, nunca tienen la culpa y siempre son los demás quienes no le dejaron hacer su papel de padre. La política y el amor no son compatibles, como no lo son la gimnasia y la magnesia.

Los venezolanos hemos madurado un poco más en estos años de tristeza política. La alegría del pasado regresará pronto. Y volverá, no por que votaremos por amor, que así no sirve, votaremos con la razón, votaremos por quien nos ofrezca con obras y palabras, las esperanzas del respeto y la inclusión de todos por igual, sin odios ni descalificaciones, sin tergiversaciones ni mentiras. Votaremos por quien se quiera ocupar de nosotros, los 26 millones de venezolanos que carecemos de la sensación de protección, interés y solidaridad, que otros sí tienen, a costa de nuestras frustraciones sociales y económicas.

Ya basta de humillaciones e indignidades. Desde los marinos petroleros suplantados por extranjeros, hasta los médicos vilipendiados y sustituidos por cubanos, pasando por los diplomáticos expulsados de sus misiones sin consideración alguna, hasta los militares que tienen que atender ordenes de otros que no son sus pares, hemos sufrido la desconsideración, la descalificación y el insulto del actual presidente de Venezuela. Ya es hora de que brille para nosotros el sol y que la oscuridad desaparezca de nuestra patria.

Si usted lector ama a algún candidato, allá usted, pero recuerde que un asunto es amar y otra arrejuntarse. Júntese bien, con quien le convenga, no con quien le abuse y le desprecie. Y si no ama a algún candidato, mejor, así pensará con serenidad en el futuro de país.

Archivo del Blog

Acerca de mí

Mi foto
Caracas, Venezuela
Médico psiquiatra en ejercicio