Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

sábado, 30 de septiembre de 2006

¿Naciones asustadas?

(Artículo publicado el 29.09.2006, por el diario El Nacional en la página A-8)

La idea de un mundo unido en la paz y el bienestar deberá pasar, necesariamente, por la dolorosa y difícil prueba que representan los mandatarios en discordia que utilizan a sus países como supuestos refrendarios de sus ambiciones de notoriedad y centimetraje mediático.

Me llama la atención la capacidad que tienen algunas personas para convertir en fútil, cualquier manifestación de solidaridad organizada que hagan otros. Algo así como descalificar al criticarlos, los gestos de los demás. Con sus acciones agresivas, arteras e inesperadas, estos personajes se granjean las simpatías de unos cuantos de los sorprendidos, que, posteriormente, se darán cuenta de lo vacío e irrelevante que resultó el exabrupto público que les envolvió.

El presidente Chávez es un experto criticón y habilísimo descalificador. Su acerba descalificación de la oposición venezolana y del gobierno de los EE.UU. son ya historia. Su exaltación de los antivalores como ?Carlos el Chacal?, Saddam Hussein, el ?mar de la felicidad? y otros, llenan de confusión y zozobra a las personas. La demonización y calumnia de gobernantes y gobiernos, es moneda de uso corriente en su lenguaje y poder de negociación. El uso atrabiliario, jaquetón y chantajista del dinero de los venezolanos se ha constituido en el ejemplo a seguir por empresarios, gobernantes, jueces y servidores públicos.

Pretender ser el pivote del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es una aspiración legítima, pero exige, al menos, presentar un expediente valiente en términos de lucha contra la inseguridad y en ese tema, en Venezuela, estamos en pañales. Las cifras de asesinatos y otras muertes violentas no accidentales en Venezuela, son espeluznantes. El ejemplo actual de asesinar mineros informales o quemarlos vivos, no es ni puede ser la manera de acabar con ese problema. Menos aún si quien lo hace es la fuerza militar, lo cual implica abuso criminal, falta de respeto y desproporción de poder inconmensurable.

Al Chávez le olió a azufre en la ONU, a los representantes mundiales también, por eso, unos, asqueados, se fueron y otros, engolosinados, se quedaron. Su perorata fue más una diversión anti-bush que una diatriba anti-imperialista. El recuerdo más vivido que mantienen algunos es el del chistecito del azufre y la persignada actitud beatífica, del resto no recuerdan nada y no les interesa. No le interesa a nadie. Mató la perra, como se dice. Tanto cuento anti-anti que ahora ya no le paran si no aquellos que sólo esperan que aterrice por sus tierras con algo que pedir, para que les den algo que gastar.

Ya sabemos que nuestros representantes en el exterior no son nuestros representantes, son los repetidores incansables de las acciones del Sr. Chávez. Ya no existen en Venezuela políticas de estado y gestión de gobierno, ahora todo es quebrantar los sistemas, anarquía por ineficiencia e incapacidad. Forzar el cumplimiento de las normas y leyes, se extrema, como en toda dictadura. Perturbar la paz y la comodidad del ciudadano, así como hacerle sentir que su esfuerzo personal y sus logros sociales, económicos, culturales, profesionales y familiares no valen para nada y que aquellos que apoyan al ?proceso? son los únicos y verdaderos merecedores de las ventajas y obsecuencias del gobierno, se constituyen en las metas no escritas del estrangulamiento político e ideológico al que se nos trata de someter.

No creo que ni este Bush ni el anterior fuesen los mejores presidentes de los EEUU, tampoco lo fue Clinton, ni Reagan, ni Nixon, ni ninguno. No ha habido, para mi, mejor presidente de los EEUU. Nunca lo habrá. De hecho no me importa quien es el presidente de EEUU, ni si es bueno o malo. Tampoco me importa quien es el mejor presidente de Colombia, ni de Cuba, Nicaragua, Polonia, China o Nigeria. Me da igual. Menos me importa como ganaron las elecciones en sus países, ni si son blancos, negros, cobrizos o transparentes. Para mí y para casi todas las personas, lo que nos interesa es que son países que respetamos, que nos gustan o no, que nos atrae o no su manera de vivir y de ser, que nos interesa su historia, que estamos seguros de como cada uno de ellos intenta hacer lo mejor posible y no les interesa mi opinión ni la de ningún extranjero. Cada nación tiene su idiosincrasia y no es nuestro asunto decirle a los demás como deben llevar sus ideas, políticas de estado o relaciones comerciales. Pensarlo siquiera es absurdo, pero decirlo en las ONU es ser metiche, indiscreto, mal educado, grosero y, vulgarmente hablando, una malcriadez.

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Médico psiquiatra en ejercicio