Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

sábado, 3 de junio de 2006

CNE, TSJ y ODT

El Consejo Nacional Electoral (CNE) sigue igual.

El mismo musiú con otro cachimbo, como se decía antes. Todo igual.

El mismo desprecio por la opinión de los electores, la misma ambición de dominación del electorado, la misma política entubadora, la misma actitud encubridora y de defensa a ultranza de los procesos secretísimos, electrónicos e inescrutables de las máquinas de votación, la misma jaquetonería del estilacho gubernamental y ahora, además, apoyados por una sentencia técnica y científicamente incomprensible del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), dando por honesta a la máquina sin contar con que la máquina hace lo que le programen que haga.

Como hasta ahora, lo importante no es el elector ni sus preferencias en cuanto al método, forma y manera de votar. Lo importante no es que el elector se sienta seguro, confiado y dispuesto a ejercer su derecho como consecuencia de que el organismo regulador de las elecciones ha ganado su confianza atendiéndolo en sus requerimientos y necesidades electorales y ha adaptado los procedimientos a la particular idiosincrasia del votante. No, aquí, en Venezuela, el procedimiento es al revés: el votante debe amoldarse a lo que los rectores quieran y lo que los rectores quieren es hacerle la cosa tan fácil al partido de gobierno y a sus correligionarios políticos, que el irrespeto por la población se torna en más importante que la confianza en que las elecciones serán limpias, claras, diáfanas, transparentes, honestas, fáciles de efectuar, de auditar y que quede resguardo adecuado permanente para despejar el posible caso en duda. Para el CNE, basta con decretar que son un organismo público honesto y equitativo, por que así dice la Constitución que deben ser y las elecciones se harán "así y asao" y si no te gusta "a llorar al valle", como suele decirse cuando no hay recurso posible.

Es la misma situación que plantea el TSJ.

El TSJ dictaminó que todas las máquinas de votación que usa el CNE son buenas y honestas. Los deshonestos y malucos son los seres que votan, digo yo. Es interesante ese planteamiento de moralidad y honestidad referido a las máquinas electrónicas. Es decir el problema no es ni el ciego ni quien le dio el garrote, el problema es el garrote y la fuerza de la gravedad. Asunto absolutamente claro y diáfano. No se puede concebir un garrote inmoral o deshonesto, mucho menos una máquina de votación. Nadie puede ni debe pensar que la fuerza de la gravedad o las ondas hercianas, para el caso de la transmisión de los datos al CNE, son o puedan ser deshonestos, inmorales o que actúen sin ética. Por tanto, si la ley habla de votación electrónica y electrónicas son las máquinas y las ondas hercianas o la transmisión eléctrica por cableado u otro sistema, no hay cuestión, al declararlos exactos, honestos, pulcros y morales, las votaciones son: exactas, honestas, pulcras y morales. Ya está. Así de simple. Es más, al hacer la auditoría lo que habrá de auditarse es si la máquina en posición "demo" graba en el disco duro, suma, totaliza y transmite. No es necesario saber cómo graba y en que sector del disco duro, cómo suma, resta multiplica o divide, cómo totaliza y guarda los totales, ni cómo los envía y a qué, quién o quiénes, en posición "activa".

Para auditar al proceso electoral no son suficientes ni capaces las universidades nacionales autónomas, ni las privadas, ni los auditores internacionales. Es más, los únicos capaces son las universidades bolivarianas y los potenciales próceres auditores que están en este momento practicando como decir que todo está perfectamente adecuado, justo, equitativo y hasta saludable, sin que suene a mamadera de gallo, a mentira o a versito aprendido. No me cabe duda de que las máquinas en posición "demo" se van a comportar como dicen el CNE, el TSJ, el partido de gobierno, los altos jerarcas del estado y va a quedar claro que el mensaje de confianza al electorado nacional será: ODT.

Porque realmente el problema no es el Registro Electoral Permanente, ni el CNE, ni Smartmatic, ni el fabricante de las máquinas, tampoco lo son los testigos de mesa ni los empleados de las capta huellas o la Guardia Nacional y mucho menos los observadores extranjeros o los auditores. El problema son los votantes, que no son programables.

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Médico psiquiatra en ejercicio