Con el corazón en la mano
(Artículo publicado en el diario El Nacional el día 3 de marzo de 2006 en la página A-8)
Inmenso el muñeco, con enormes charreteras doradas y uniforme azul marino, trigueño con el pelo rizado, un roba corazones a lo Superman, patillas como Carlos Andrés, mandíbula prominente como Mussolini y labios carnosos como Hugo Rafael.
Con suaves movimientos se ponía casi de pie o se sentaba, siempre mostrando en su mano derecha un corazón rutilante y palpitante, que ofrecía al público. A este personaje le pusieron el nombre de Bolívar y lo rodearon de las imágenes de Eva Perón, el Ché Guevara y otros. Acompañado por soldados con el mismo uniforme y menores charreteras, bicornio con estrellitas y un par de alitas doradas. Todo un cuadro alegórico amenizado por unas mujeres estupendas, apenas vestidas y con azogue en el cuerpo. La música buenísima, coreada por todos. Total un exitazo. Por unos cuantos cientos de miles de dólares, una propaganda de la Venezuela actual, que le dará la vuelta al mundo.
Como muchos compatriotas que se sienten chocados o conmovidos por la visión del Padre de la Patria y sus huestes militares en el Carnaval de Río, tengo mi opinión al respecto, que el gobierno despreciará al igual que cualquier mensaje que no provenga de sus propios y esquematisadísimos asesores de propaganda, que, por cierto, son cerrados, fanáticos y sectarios, pero muy creativos y como disponen de tanto dinero, resultan además efectivos.
La propaganda política es uno de los temas más interesantes de la Venezuela actual y del mundo en general. Casi cualquier suceso se puede tergivesar, cambiar o invertir, con sólo recurrir al expediente de difundir otra idea, por muy bizarra que pueda parecer.
Dice Erich Fromm en su ensayo "El miedo a la Libertad" (Capítulo IV): "Los métodos de propaganda política tienen sobre el votante el mismo efecto que los de la propaganda comercial sobre el consumidor, ya que tienden a aumentar su sentimiento de insignificancia. La repetición de "slogans" y la exaltación de factores que nada tienen que ver con las cuestiones discutidas inutilizan sus capacidades críticas".
Ahí está la explicación de lo del Carnaval o la valla agradeciéndole a Chávez el campeonato de la Serie del Caribe, o la distracción con otras propagandas de la desidia gubernamental en el manejo del dinero y en el mantenimiento de las vías de comunicación terrestres. Se ha perdido la capacidad de discernir, ya no somos críticos y el pueblo por un tiempo lo será menos que antes. El engaño es terrible.
El muñeco es un caballo de Troya lleno de mensajes de tipo religioso afro-cubano-brasilero, espiritista y hasta animista. Es probable que se esté entronizando oficialmente al Libertador dentro de la Santería, el trono, el color del traje y los soldados con alitas, así lo delatan. Entre los espiritistas del culto a María Lionza, Simón Bolívar es ya parte de la Corte espiritual en su sección Libertadora, el Ché Guevara lo es de la sección Calé y el General Gómez de la sección Marcial de la misma Corte. Obviamente Fidel y Hugo, en su momento también serán parte de ese grupo de deidades.
Bien disimulado quedó el fin último de semejante espectáculo. Por que espectáculo fue, no había más que mirar a Maradona con su Ché tatuado en el brazo y la cara de felicidad. Alegría desbordante. Al fin y al cabo, a él también le va a tocar ser un santo.
Algo no anda bien en la América nuestra. ¿Qué puede ser?
Pienso que nos hemos abandonado unos a otros. Reconocemos las carencias de los demás y somos capaces de padecer por ello, pero no de sufrir por el acto de hacer. Somos espectadores de primera línea, como nos acaban de señalar los técnicos de la propaganda gubernamental. Espectadores sí, pero actores de fondo, no. Al igual que el pueblo que pierde su capacidad crítica debido al sentimiento de insignificancia envuelto en la propaganda política, los eternos y quejumbrosos inteligentes que las captamos todas y nos indignamos con justicia, hemos perdido nuestra capacidad de ser verdaderamente críticos y también nos estamos sintiendo insignificantes. No hayamos que hacer y nos mandan el gobierno y los líderes a hacer algo que no encontramos cómo. ¿Se da usted cuenta del contrasentido generado por la propaganda? Es anular al combatiente antes del combate. Con tantas fuerzas espirituales brindando apoyo, no hay error posible. Los santos no yerran. Los fieles sirven, los infieles no.
Quizá lo mejor sea no alterarse, no fijarse en la propaganda, pensar, ser crítico, informarse, decidir y no dejarse llevar por las emociones que intentan afectar nuestra persona. Por eso, no me voy a alterar y no me va a importar que los soldados llevaran alitas de mariposa.