Reconciliacion (II)
(Artículo publicado en el diario El Nacional el día 3 de febrero de 2006 en la página A-8)
El temor, la angustia, la irritación y la ira, generadas por la frustración de ilusiones no cumplidas y la disensión irrespetada, puede ser muy intensa y difícil de aliviar. No es necesario llegar a los extremos más violentos y dolorosos de la lucha política o de la falta de entendimiento, para que las perspectivas de una vida serena, segura y productiva, al calor de las tradiciones familiares y sociales, se vean comprometidas y el temor a mayores sufrimientos y abusos se sientan como inmediatos.
En algunos países que pasaron por terribles experiencias, conmociones civiles y total desconcierto, como Yugoslavia y Sudáfrica, las realidades inmediatas al armisticio estuvieron definidas por sinónimos de venganza: resarcimiento, reparación, escarmiento, represalia, desquite, revancha, etc. En definitiva, el sufrimiento debía seguir acompañando a esas naciones, pero no fue del todo así.
Los sudafricanos, luego de la desaparición del apartheid, inventaron la Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Lograron saber la verdad de lo sucedido en su país, a cambio de amnistía. Paz por certeza. Consiguieron "justicia restauradora" -como la llama el obispo Tutu, premio Nobel de la Paz- que es una justicia no punitiva que tiende a restituir la paz social a través de la sanación moral y espiritual.
En Yugoslavia, luego de la caída y posterior prisión del supuesto socialista y nacionalista serbio Milosevic, promovieron la instalación de una Comisión de la Verdad y la Reconciliación, basada en la de Sudáfrica, pero sin la autonomía y sin el mismo respaldo ético y político que ésta tuvo. Baste con pensar que el principio filosófico inspirador de la comisión africana fue "ubuntu" (humanismo; dignidad humana; siendo con otros; respeto y compasión por los otros), no así en el caso de Yugoslavia, que mantuvo en el papel el criterio de reconciliación, pero las consecuencias del fascismo milosevista seguían exigiendo el desquite. El resultado fue ese y por ende una paz no estable ni duradera, una democracia frágil, problemas por exilios masivos, pobreza, frustraciones desmedidas y desesperanza. Finalmente, parece ser que los años, la buena voluntad de muchos, el deseo de olvidar y las nuevas generaciones que conocieron sólo el ruido lejano del drama, han iniciado su participación política, que esperamos sea generosa, solidaria y exitosa.
En Venezuela estamos viviendo una situación generadora de frustración a través del revanchismo, la venganza, la descalificación, la corrupción, la impunidad, la imposición política mediante el abuso del poder, la no independencia de los poderes públicos, el irrespeto a las minorías y a la oposición y la persecución de los medios de información. Ese es el caldo de cultivo del fascismo, por muy revolucionario, socialista o izquierdista, que se presente el gobierno. Para allá vamos, hasta con hordas armadas de defensa y grupos de "limpieza".
Dijo Martí: "Cultivo una rosa blanca, en julio como en enero, para el amigo sincero que me da su mano franca."
Los venezolanos siempre estamos preparados para esa agradable sensación de sentirnos bien con los amigos. Pero los tiempos que estamos viviendo no presagian esa felicidad y menos ante los embates y afrentas que sufrimos cuando nos sentimos privados de la protección y cuido del estado: delincuencia, no hay carreteras decentes, se mueren de mengua las regiones depauperadas, sentimos el derroche y vemos la desidia gubernamental, nos tratan de engañar con promesas e ilusiones, se incrementa el rezago de las viviendas, de los precios y de los servicios, se descuida el mantenimiento y dotación de hospitales, de las vías de comunicación, calles, instituciones, edificios y monumentos, se nos castiga con el ostracismo político y se nos condena a no formar parte de la burocracia estadal ni a contratar con el estado por haber firmado para el referendo revocatorio. No se estimula la enaltecedora presencia de ejemplos ciudadanos que sean modelos y líderes de las juventudes, en cambio se apoyan las políticas del abuso, del desquite, de la invasión y enajenación de la propiedad privada, de la lucha de clases y los sentimientos de retaliación por supuestos daños producidos generaciones atrás.
"Y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo ni oruga cultivo: cultivo una rosa blanca."
Martí, Mandela, Tutu, enséñennos como hacer, por que si no empezamos ahora la reconciliación, después será tarde y hasta inútil, pues nos habrán enseñado a vengarnos.
Por cierto, un antónimo de venganza es: reconciliación.