Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

martes, 10 de enero de 2006

Reflexión en el Día de Reyes

(Artículo publicado en el diario El Nacional, página A-7, el 6 de enero de 2006.)

El 6 de enero es una fiesta cristiana muy celebrada. Qué se celebra, es motivo de controversia, muchos dicen que el nacimiento de Jesús, otros su bautismo, algunos el milagro de Caná, la mayoría celebra la Epifanía, es decir: la conmemoración de la primera vez que el niño Jesús se muestra al mundo a través de la visita de los tres Magos que vinieron de oriente a ver al Señor.

Doce días después de su nacimiento, Jesús aparece ante los visitantes que representan a la humanidad: pastores y reyes. Para unos es, simplemente, un niño más nacido en una época de terror, para otros es el Mesías redentor, para los hombres sabios que vinieron de oriente, era la culminación de un viaje guiados por una estrella, probablemente un cometa, que les llevó a Belén a ver a Jesús, Rey de los judíos y Mago como ellos, es decir, Sabio.

Baltasar, Melchor y Gaspar son tres nombres que recoge la historia. Probablemente los magos de oriente fueron más, quizás doce. No se sabe con certeza. Baltasar venía de Arabia, Melchor de Persia y Gaspar de la India. Trajeron como ofrenda lo que todos sabemos: oro, incienso y mirra.

Para el día 6, la noticia del nacimiento de Jesús había llegado a Herodes y éste, al saberse retado como Rey de los judíos por un recién nacido, en su demencia catastrófica no supo más que hacer que mandar a matar a todos lo niños menores de dos años que estuviesen en la comarca. Por eso cuando aparecen los visitantes a conocer a Jesús, ya la suerte estaba echada para los recién nacidos, incluyendo al niño Dios, que escapa cuando sus padres deciden llevarle a Egipto. Larga caminata, viaje terrible, quizá aliviado por la presencia inesperada de riquezas impensables por José y María, que ciertamente ayudan en su supervivencia y manutención. Oro, incienso y mirra que dotaron de tranquilidad a la pobrísima Sagrada Familia.

La palabra "epifanía" tiene también otras acepciones. Una de ellas, quizá la más atrayente, es la que se refiere a la percepción súbita e intuitiva de la realidad a través de un evento simple e impresionante. Como el darse cuenta de algo esencial que se le muestra a uno súbitamente. Pues bien, así me ha pasado en estos días de asueto navideño y de año nuevo, en los que pensando sobre un tema para el año 2006, súbitamente comprendí que debía ser la reconciliación.

Viajando hacia el oriente, en sentido inverso que los Reyes Magos y sin estrella guía, topé con toda clase de obstáculos: 2 cauchos reventados por causa de los huecos inmensos y en cantidad, largas paradas por las colas que los celosos militares y policías de nuestra nación nos obligaban a hacer cada cierto trecho, para nada, pues a las 12:00 en punto se retiran a almorzar y fluye entónces la cola, suavemente. Carreteras de post-guerra, puentes en cuidados intensivos, túneles en oscuridad amenazante, señalización incompleta, vías en general mal mantenidas. Pancartas y anuncios por doquier exaltando los méritos sociales y políticos de Diosdado, Tarek y Chávez. Pobreza desmedida e indignante en los pueblos del interior. Apagón de luz el 31 en la noche, bello espectáculo mirar a lo lejos los fuegos artificiales en la inmensa oscuridad de la bahía de La Guardia. Las viandas frías, al natural; las naturales, calientes y las calientes, frías. El fin de año al revés. Y sin agua potable, por que de la de lluvia tuvimos un montón.

Mirando estos sucesos y acordándome de Pablo, el apóstol, quien en su segunda carta a los Corintios -que se habían portado muy mal con él y con quienes le acompañaban- les decía al proponerles la reconciliación, que implicaba el no tomar ofensa de sus actos y amarles igual: ?De todas maneras atribulados, mas no abatidos; sumergidos en apuros, mas no desalentados; perseguidos, mas no abandonados; derribados, mas no destruidos,?? (4:8-9) Así nos hemos sentido y así probablemente nos sentiremos todavía en el futuro inmediato, pero sepan mis queridos compatriotas, estén donde estén, haciendo lo que sea que hagan y pensando como deseen, que para mi y para quienes deseamos la reconciliación entre los venezolanos, sólo cuenta de hoy hacia adelante.

La epifanía que me ilustra en este momento es la de la paz y la reconciliación. Desde hoy, por decisión unilateral que deseo se extienda a todos en el país, seguiré luchando por mis ideas y diciendo lo que siento, pero mi lucha será por ideas y por derechos, no contra individuos y acciones inadecuadas, los votos y las leyes, en su momento, se ocuparán de ellos. Esa es mi esperanza.

¡Feliz y próspero año 2006!

Archivo del Blog

Acerca de mí

Mi foto
Caracas, Venezuela
Médico psiquiatra en ejercicio