Como pajarito en grama...
Nos quedamos en neutro con lo del retiro de los partidos políticos de la elecciones luego del "descubrimiento" de lo que todos sabíamos: el voto no es secreto.
Sí, unos cuantos conciudadanos que nos decimos demócratas, que creemos que el acto de votar es un acto noble que sella un derecho esencial para ejercer el acto de elegir, piedra angular de la democracia, que hacemos nuestra parte de los actos políticos desde la oposición, nos quedamos sorprendidos.
El acto de no votar voluntariamente, aunque, a mi manera de entender, no define ni perfecciona el ejercicio de la democracia, es sin embargo un acto personal, respetable y pienso que quien lo decide así acepta, con entera responsabilidad, los resultados de los comicios. No votar, lejos de ser una forma de protesta o de rechazo, es una formulación pasiva y agresiva de la rabia contenida o de la desilusión paralizante ante un futuro que se percibe como difícil y conflictivo o no se percibe del todo. No votar, tanto por abstención como por imposibilidad física, es difícil para quien ve las dificultades como retos de la vida y siente que su acción unida a la de sus "convotantes", por decirlo de alguna manera, le da una fuerza multiplicada y un apoyo mutuo sólido, aun siendo de ideologías, partidos o intereses diferentes.
Por eso es tan incomprensible.
Razones muy poderosas serán las que manejan los partidos y no las conocemos. Estrategias muy elaboradas de muy largo alcance y de resultados muy positivos y prometedores para la democracia y para nuestro país, son los argumentos que espero oír algún día. Entretanto, las razones esgrimidas hasta el momento, no me parecen tan convincentes, ni tan evidentes, como nos lo han planteado los opositores al régimen renunciantes a su postulación. En otras palabras, muy poco ha cambiado desde el momento en que se inscribieron.
Todos sabemos que el fraude verdadero no está en las máquinas, ni en el software, ni en las captahuellas, sería estúpido pensarlo, ya que esa es la parte más fácilmente escrutable y auditable de la cadena de eventos necesarios para unir votante con voto. Los torcidos elementos que deslegitiman las elecciones en este país están donde todos saben que están, en el registro electoral permanente (REP) y en la recepción de los totales, es decir en la manipulación de las cifras de votantes y de votos, Cifras no comprobables. No se puede constatar por ningún medio conocido, ni estadístico, ni probabilístico, ni adivinatorio, lo que sólo se puede saber contando papeletas escritas o no por una computadora. Y eso significa el conteo manual de todas las urnas electorales. Se trata de que un número considerable de los inscritos en el REP no debían estar allí, o no debieron haber llegado hasta allí por los medios que lo hicieron. Otros no están donde deben estar y por último hay muchos desaparecidos del REP que están tratando de recuperar inútilmente su presencia en el mismo.
Lo que todos sabemos de este proceso electoral nos lo han dicho, hasta la saciedad quienes se retiraron de la contienda. Hoy les pregunto: ¿si lo sabían con tanta certeza por que se inscribieron y por que decidieron renunciar al final, luego del episodio del retiro de las captahuellas?
Para mi no está claro. Hay razones que no penetran mi entendimiento. Hay explicaciones que no son susceptibles de ser comprendidas ni aprehendidas por mi, pero seguro que son rotundamente poderosas, tanto como para que toda la oposición partidista, es decir, alineada políticamente, se decidiera en tan breve tiempo por una acción conjunta tan contundente y sorpresiva; y, más grave aún, que la oposición no partidizada, asuma tan fácil y rápidamente una posición de apoyo y hasta de júbilo con la decisión de no ir a votar.
Es la tercera vez que veo a mis conciudadanos y a los partidos políticos de la oposición intentando un movimiento de protesta fuerte y serio. La primera fue en enero de 1958, cuando se cocinó el paro cívico del cual no se recuperó el dictador Pérez Jiménez. La segunda, en diciembre del 2002, cuando se preparó la huelga general que quedó medio cruda, a pesar de la larga cocción. La tercera, es ahora, diciembre del 2005. Esta vez faltan los sindicatos de trabajadores y fedecámaras, pero por lo demás es igual de decidida, espero que esta vez la cocción no sea tan larga y halla más fuego interno.
Así pues, abstenerse de votar es una posición política responsable y respetable que espero traiga los beneficios que se esperan. Yo no la comparto, pero la admiro y respeto. Más aún cuando se ha sumado tanta gente y tanta opinión a esa decisión.
Fui a votar. Triste espectáculo. Caras largas y nada de alegría. Voté nulo. Quise que constara en el cuaderno de votación, como dice la ley, que asistí a votar, que es mi derecho y que voté. Es mi manera de protestar por tanto maltrato y abuso de poder.
No tengo idea de que pasará mañana o pasado, espero que la sensatez regrese a los venezolanos oficialistas y en particular al Presidente, y se den más cuenta de su intolerancia, su intemperancia y su desprecio por las formas alternativas de pensar y actuar, que de la influencia que pueda tener el gobierno de los EEUU en nuestros asuntos. También espero que Dios nos ilumine a todos por igual a fin de buscar juntos el bienestar y la paz de nuestros conciudadanos.