Médicos bonificados
(Artículo publicado en el diario El Nacional el viernes 14 de octubre de 2005 en la página A/12)
El Presidente dijo que firmará un decreto de aumento de salario a los médicos que trabajan para el Estado y, a quienes lo hacen a dedicación exclusiva y ocho horas diarias, les otorgará un significativo bono mensual.
Al instante, los galenos se pusieron a calcular cuáles deudas saldar primero y cómo invertir el sobrante para dejar de soñar con la casa que no tenemos, el auto que siempre necesitamos, los libros que debemos leer y otras necesidades mínimas. Angustias básicas de los médicos, hoy reducidos a profesionales devaluados, desplazados por extranjeros y extorsionados por las necesidades crónicas causadas por un salario promedio de 560.000 bolívares.
Cinco años sin atender las demandas salariales más que justas y adecuadas a las necesidades de los agremiados a la Federación Médica Venezolana. Tampoco se han atendido las necesidades electorales del gremio y mucho menos se ha prestado atención al intrusismo apoyado y estimulado por el Gobierno.
Se ha actuado en contra de los intereses de los médicos y de la profesión.
Se nos ha criticado y vilipendiado de manera acerba e injusta. Se ha pretendido acabar con el mercantilismo, denigrando y desplazando a nuestros médicos.
Nos han mostrado a médicos extranjeros como ejemplos de entrega, bonhomía y dedicación altruista y desinteresada al servicio de la salud.
Me resulta imposible pensar que un médico extranjero, sea de donde fuere, es mejor que yo o que cualquier otro médico venezolano. Acepto que, cuando menos, estamos a la par. Nuestro Código de Deontología Médica define nuestra actitud profesional como: una vocación en el sentido de un servicio irrevocable a la comunidad y una dedicación a ?valores? más que a ?ganancia financiera?. Así lo sentimos todos, venezolanos y extranjeros, estoy seguro.
El problema de los bajos salarios médicos no es sólo de Venezuela, en República Dominicana, por ejemplo, el salario promedio mensual del médico es de 400 dólares americanos. En España tienen problemas muy serios con la desmotivación de los médicos por causa del maltrato gubernamental, al no pagar a los médicos de atención primaria, salarios adecuados y suficientes y al desincentivar el ejercicio profesional a través de la falta de reconocimiento, la excesiva carga de pacientes y las limitaciones de medios materiales. Tanto, que el éxodo de galenos a países con mejores ofertas salariales, como Portugal, es muy alto. La emigración médica española ha traído como consecuencia inmigración médica extranjera a España.
Ser médico es una decisión sobre la forma de vivir, en entrega y en servicio, no es una elección de medio para obtener riqueza y enrostrársela a los demás.
No se puede permitir que al médico, por las características de su planteamiento vital, se le obligue a tener que aceptar salarios de hambre, críticas humillantes y desplazamientos manipuladores para doblar voluntades, generando escasez de trabajo y aumento de las necesidades y los costos para la vida familiar.
Los médicos no pedimos un trato privilegiado, lo que solicitamos es respeto por nuestra vocación y esfuerzo, protección y apoyo para nuestro ejercicio profesional y reconocimiento de nuestra dedicación y sacrificio.
No es al Presidente a quien corresponde, dadivoso y magnánimo, aumentar el salario cuyo rezago es ya vergonzoso y humillante, ni dar un bono, que debió ser cancelado hace años y cuyo retraso ha sido fuente de desilusión y frustración. El Presidente debería estimular, coordinar, esclarecer y señalar caminos a la gestión sanitaria.
Es al gremio médico a quien corresponde discutir con el Ejecutivo las condiciones de salario y otras bonificaciones, así como la factibilidad de los cargos a llenar, de las tareas a cumplir y de la duración de las jornadas según las necesidades del Estado y sus proyectos sanitarios. Tanto el Ejecutivo como el gremio deben a su vez coordinar con los centros de enseñanza médica, el tipo, condición y formación del médico necesario a la sociedad. Eso no puede ser prerrogativa única y exclusiva del Estado.
La profesión médica, como todas las vocaciones, es en cuanto a grupo, frágil ante el maltrato. La disminución de las vocaciones religiosas es un buen ejemplo de esa fragilidad.
La desatención a la formación, al ejercicio de la profesión y a las necesidades gremiales del médico, podrá traer como consecuencia la disminución de las vocaciones médicas y entonces la solución del problema adquirirá proporciones gigantescas.
Es posible que los médicos no desaparezcan jamás, pero si no los estimulamos y apreciamos, serán cada vez menos y menores sus anhelos y sacrificios.