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viernes, 1 de abril de 2005

Como los chinos de antes

Publicado en el diario El Nacional el primero de abril de 2005 en la página A-7

A los chinos les ha tomado muchos siglos unificar sus fronteras y su gobierno; aún siguen divididos. Como nación siguieron procesos lentos, sangrientos y siempre coloreados con las tintas de los sistemas filosóficos en boga. El comunismo y en particular el maoísmo, les ha traído la ruptura con el pasado inmediato y el retorno al totalitarismo a ultranza que practica la represión ideológica y fomenta un capitalismo obsceno, al igual que hace 24 siglos.

Para el siglo 3 a.C., China estaba al final del período de los ?reinos guerreros?, en el que por 250 años estuvieron divididos en varios reinos, y aunque poco a poco iba perdiendo terreno el feudalismo y diluyéndose la autoridad, paralelamente se generaba una burocracia monárquica influenciada por alguna de las corrientes religioso-filosóficas de la época: el Taoísmo, los Mohistas y el Confucionismo.

En ese momento histórico, el príncipe Han Fei Tsi, dándose cuenta del progresivo deterioro político, administrativo y militar del pequeño reino de su familia, el reino Han, escribió varios libros sobre la situación y qué debían hacer los reyes, diciéndoles, por supuesto, como debían gobernar.

Nadie es profeta en su tierra y quien le hizo caso fue el rey del vecino reino Ch?in, que leyó sus libros y lo invitó como consejero, pero se le presentó un problema de celos con el primer ministro, que había sido su condiscípulo, y fue enviado a prisión acusado de ser miembro de la familia real del reino de al lado y eso lo colocaba en un conflicto de lealtades que seguro resolvería a favor de su familia y no del rey. El primer ministro, su amigo, le mandó veneno a la prisión para que se suicidara evitando así el sufrimiento de la condena. Ingirió el veneno justo cuando el rey reconocía la estupidez que había cometido y ordenaba su liberación.

Ese rey, se fue anexando todos los reinos, logró unificar la China y se hizo llamar: ?Primer Emperador Soberano? (Shih Huang-Ti). Actuó con artimañas y utilizando, por primera vez, ejércitos profesionales, sembró el terror. Ajustició y dominó a su antojo a la población. Desapareció la benevolencia del ejercicio del poder y de la ley. No habían libertades de ningún tipo, hasta mandó a quemar los libros que no fueran de agricultura, medicina, profecías y algunos sobre leyes; también la cogió contra los intelectuales y los confucianos. Logró la prosperidad económica y llevó, según él, paz al pueblo. También construyó la gran muralla e hizo que al morir lo enterraran con un ejército de seis mil soldados de terracota. Su imperio, concebido para durar 10.000 años sólo le sobrevivió 4 años. Los errores de su sucesor, advertidos previamente por Han Fei Tsi en sus libros, agotaron su permanencia en el poder y fue derrocado por los Han, que reinaron por muchos siglos.

El gobierno de Shih Huang-Ti siguió los principios ?legalistas? delineados por Han Fei Tsi: una fuerte burocracia con férrea organización militarista que garantice el control estricto y obediencia absoluta a la autoridad, que se ejerce a través de leyes que prescriben penas y recompensas por conductas individuales específicas, encausando así la dirección de todas las actividades humanas hacia el incremento del poder del gobernante y del estado. Principios apoyados en la creencia de que somos básicamente egoístas y sin capacidad para planear y por tanto todas la instituciones políticas y del estado deben estructurarse como respuesta puntual a las realidades de la conducta humana.

En uno de sus libros, Han Fei Tsi enseña cómo darse cuenta de un posible desastre para el estado, lo que él llamó: ?augurios de ruina?. Su lectura, aún anacrónica, resulta ilustrativa: ?Si se puede acceder a cargos y al servicio público mediante la influencia de personalidades, y se pueden conseguir distinciones y recompensas con el soborno, entonces la ruina resulta posible.? Y este: ?Al gobernante que confía en la amistad y el apoyo de países lejanos, resta importancia a las relaciones con los más cercanos, cuenta con la ayuda de los grandes poderes y provoca a los países vecinos, le amenaza la ruina.?

Este suena tan familiar: ?Si el gobernante no confía los asuntos a los hombres capaces del país, sino que busca caballeros extranjeros, y si no realiza pruebas acordes con los méritos, sino que nombra y destituye a los funcionarios únicamente por su reputación, mientras exalta y ennoblece a los residentes para que sustituyan a sus antiguos amigos, entonces la ruina resulta posible.?

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