Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 29 de octubre de 2004

S C

SC, siglas de Sentido Común, también de Sala Constitucional, así como SE puede ser Sala Electoral, Su Excelencia o Sur Este. TSJ son las siglas de Tribunal Supremo de Justicia, únicamente.

Como es obvio, las siglas no necesariamente significan lo que creemos que son. Cuando recurrimos a la SE, nos dicen que no, porque debimos recurrir a la SC; y si se recurre a la SC, nos dicen los del TSJ, que no, que debimos recurrir a la SE. Total, digamos como el refrán: «Justicia, Dios la conserve, pero de ella nos preserve»

Ese es el panorama que tenemos. Igual en todas las entidades gubernamentales. Si te quejas en la fiscalía, te dicen, claro y raspado, que te quejes en la defensoría del pueblo y si dices que ya te quejaste en la defensoría y que te dijeron que debía ser en la fiscalía, entonces te miran con cara de cochino que mira sal y no te dicen ni hacen nada más.

Lo peor del asunto es que no es solamente en los entes de gobierno donde se practica el peloteo irresponsable y la no atención al solicitante. También entre los caballeros andantes, justicieros investigadores de las fulleras elecciones, se ve lo mismo. ¿O cómo llamar al guabineo definitorio de la OEA, de la ONU y del Centro Carter? ¿Por qué en USA si definen sus posturas y aprietan las tuercas? Será, seguramente, por que allí el TSJ si jota.

En medio de ese clima, como un grano en la joroba, se presenta para muchos la disyuntiva entre votar o no votar el próximo 31. Muchos la han resuelto atendiendo a la ira que les produce la situación política, social y económica que vivimos, dejándose conducir a las alturas olímpicas de la rabia, para desde allí descargar en retahíla oprobiosa, todos los epítetos calificativos escatológicos y coprolálicos que adornan el español atlántico. Quedando los que votan reducidos a escoria moral y los que no votan a nuevosdioses moralizantes. Otros, más empáticos, aceptan que hay quienes tienen cosas que defender, que no principios, y entonces, en un arrendamiento temporal, entregan su alma a la revolución por una prebendita necesaria para comer. Pobrecitos, los llaman.

Con frecuencia oigo hablar de la pasividad de la oposición, de la falta de liderazgo adecuado, de que la única manera de oponerse es no ir a votar, de no apoyar con el voto el fraude electoral, de la confusión que sienten algunos y de lo claro que están otros respecto a lo que hay que hacer o no hacer. En definitiva, estas elecciones regionales están resultando ser un test de personalidad y de aptitudes, en el cual cada quien está proyectando sus intenciones conscientes e inconscientes, sus cualidades y limitaciones personales, así como sus deseos explícitos y aquellos inconfesables o secretos. Yo diría, en resumen, que si estudiamos con atención lo que oímos y vemos respecto de esta elección, sabremos de que pie cojeamos y que camino estamos andando; también sabremos que podemos hacer para enderezarnos y hacernos más eficientes políticamente.

Yo, entretanto, hagan lo que hagan los partidos de oposición o los del oficialismo, voy a ir a votar. Utilizaré mi SC y escogeré entra las sopotocientas opciones la que me guste y la tocaré en la pantalla, y si se tarda 18 horas el ejercicio de votar, me quedaré, me comeré otro helado para que no me baje demasiado el azúcar, como hice el 15 de agosto y seguiré en la cola hasta que me cacen la huella y pueda votar. Eso, creo, es lo que hay que hacer y lo debemos hacer todos, hay que hacer operación TODOS PRESENTES, LENTOS Y TRANQUILOS, como morrocoyes, que no termine nunca, que los oficialistas sientan que el peor negocio es una elección amañada, que la respuesta a una elección amañada es una elección interminable de una oposición OPUESTA que no descansa y que hace que cada trampa tenga que ser infinita, al final los que estarán hartos serán ellos... Pero el juego a Chávez no se lo haré.

Si hubo, hay y habrán violaciones a la ley o las leyes y burla al electorado, son dos problemas diferentes. Uno se trata por el camino recto de la legalidad, de instancia a instancia, local, nacional e internacional y el otro se trata con el mismo sistema, con los votos. Pero si no adoptamos definitivamente el camino que supuestamente habíamos adoptado cuando votamos la primera vez, entonces si estamos mal. Estamos peor que los que hacen la trampa, porque nosotros al no votar, definimos como trampa al hecho de haber votado anteriormente. El nombre del juego no puede ser yo acepto lo que me conviene y soy juez de los actos de los demás. Los oficialistas son tramposos, yo no. Si van a ganar tendrán que hacer trampa y más tarde, o antes, lo podremos demostrar y llevarlos al tribunal y si estos también hacen trampa, pues algún día también lo pagarán. Cueste el tiempo que cueste y el sacrificio que haya que hacer. Nuestra cuota para estabilizar y consolidar la democracia es recibir los palos y documentar las agresiones para luego poder hacer cumplir las leyes. Adecentar una sociedad es un proceso difícil, arduo y lento.

Pretender cambiar las cosas a la brava y sin contar con la valoración derivada de las normas y leyes es regresar al primer cuadrito del juego.

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Caracas, Venezuela
Médico psiquiatra en ejercicio