Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

jueves, 9 de septiembre de 2004

También ...

Sigo con mi proceso de reflexión compartida. No estar solo significa que al menos alguien comparte tus inquietudes, tus angustias, tus incertidumbres. Cada quien moviliza sus pensamientos en el sentido que le parece adecuado. Compartir la reflexión es movilizar el pensamiento en el mismo sentido que otro lo hace. Uno no guía el pensamiento cuando reflexiona, este se va, por decirlo de alguna manera, por el sendero que desbroza la angustia, aunque no hay certeza de la dirección ni del sentido, se sigue por esa vía, se transita ese sendero. Por eso cuando nos quieren manipular en nuestro pensamiento, basta con marcarnos una angustia que opaque o distraiga de otra inconveniente para el manipulador. El resultado de la reflexión no siempre es una ocurrencia definitiva y lapidaria, también puede ser una inquietud más, de hecho suele ser así y para algunos mientras más piensan, mientras más reflexionan sobre un asunto, más incógnitas se le plantean. Es obvio, que eso está pasándonos: mientras más pensamos sobre aquello que nos mantiene en ascuas en estos días, más dudas sobre la veracidad de los resultados electorales, más inseguridades sobre el porvenir y más certeza de haber sido abusados, engañados, desilusionados y defraudados, anidan en nuestro pecho.

Hemos sido, y somos, las víctimas de un inmenso y envolvente plan de modificación de la realidad puesto en práctica por una minoría que ha logrado contar con el concurso de mucha gente, unos por que creen en ellos y otros por que pensamos que el sistema permitía el juego democrático. No es un desarrollo paranoide lo que planteo, aunque a estas alturas ya no se, a veces, ni que pensar de mi sanidad mental.

La sensación de haber sido engañado la tenemos muchos, de uno u otro bando. La sorpresa de los oficialistas por el triunfo del NO, es sólo comparable con la de los perdedores. Celebrar ese triunfo entrecomillado fue poco menos que imposible; para empezar faltaban la alegría y la certeza, y sobraban la desconfianza y la sorpresa. Hoy, veintitantos días después del choque recibido por la inversión del éxito, cuando comienzan a aparecer los documentos y a airearse las pruebas de la extensa manipulación de personas y votos, también aparecen en nuestra mente las asociaciones, hasta ahora perdidas en nuestra memoria, de las innumerables veces que presentimos el engaño, el fraude y la manipulación de la información, de las personas y de las leyes y normas, por parte de casi todos los individuos encargados de hacer respetar las leyes, de ordenar y allanar de dificultades en el camino de la votación y de aquellos encargados de proteger a las minorías del apabullamiento y desmán de quienes ostentan el poder. También vienen a mi mente las innumerables veces que la crítica a los líderes opacó en mi la percepción de las realidades a mi alrededor. Los mil señuelos que neciamente seguimos y cuyo resultado inmediato era similar a la discusión del sexo de los ángeles, tema importantísimo desde el punto de vista de la angelología, pero absolutamente irrelevante respecto del resultado final de un referendo revocatorio; la mesa de discusión y diálogo es un ejemplo digno de estudio. Nuestra terquedad y persistencia, por lo demás encomiable, y la absoluta falta de compromiso e interés por parte del gobierno, hicieron de ese adefesio teatral, un verdadero monumento a la inutilidad. El más puro y representativo «elefante blanco». El adorno del sacrificio fue el Grupo de Países Amigos y las organizaciones internacionales: ONU, OEA y Centro Carter. Seguro que hoy se me olvida nombrar alguna organización de esas y mañana espero que se me olvide otra y así sucesivamente, pues si de algo estoy seguro es que los problemas que tenemos aquí, a los únicos que interesa resolverlos es a nosotros mismos, a los demás les interesa tenernos con problemas. «A río revuelto ganancia de pescadores», dice el refrán.

Tenemos que dar la pelea todo el tiempo, en todos los terrenos. No podemos replegarnos, ni para recobrar aliento ni para coger impulso. Si bajamos la ofensiva, dejaremos la puerta abierta a la invasión de nuestra fortaleza. La defensa de nuestras creencias, de nuestros principios y de nuestra sociedad es primordial. Nada tenemos que no debamos defender, nada tendremos que merezca defenderse, si no lo hacemos ahora. Cien años podrán durar nuestras penas y sacrificios, y cien años estaremos luchando por la decencia, el respeto, la dignidad, la libertad y la solidaridad entre nosotros.

Así pues, la denuncia y demostración del fraude es importante e imprescindible. No importa el tiempo y esfuerzo que tome, hay que hacerlo. Denunciar los poderes que son inicuos es otra obligación que tenemos. Exigir respeto por la sociedad disidente es tan importante como defender, tolerar y respetar la sociedad oficialista. Exigir el juicio justo e inmediato de quienes se han aprovechado con ventaja, agavillamiento, alevosía y premeditación, de nuestra buena fe y disposición a la paz y al juego democrático justo y diáfano, es una necesidad vital, pero no por venganza o retaliación, la razón es que para tener el país limpio y transparente que queremos, es necesario lavar pisos, techos y paredes.

La lucha política debe continuar sin cuartel, sin descanso. Miles de líderes, cientos de grupos y partidos, mientras más mejor. No son líderes únicos ni partidos aglutinantes lo que necesitamos. Debemos huir de las recetas que intenta imponernos el oficialismo. A Chávez le interesa tener un solo contendor: una sola idea, una sola agrupación política, un solo líder. Esa idea, en apariencia de una lógica aplastante, es sin embargo otra trampa malévola lanzada por el oficialismo. El supuesto monolito del oficialismo no gana elecciones a menos que hagan trampa, y trampas tendrán que hacer. A cada trampa que hagan le deberá aparecer un develador. Si ellos tienen el poder y el uso que hacen del mismo es injusto y abusivo, tendrán que hacer muchas trampas y muy grandes, para seguir «ganando» elecciones en este país, cada vez les será más difícil, cada vez las trampas tendrán que ser mas sofisticadas y cada vez será más claro y transparente que están haciendo trampas. Si la trampa es en el registro de electores, o es en el momento del voto, o en la cedulación de las personas, no importa mucho, es delito y es trampa. Si somos muchos quienes vamos a votar, si vamos con muchas organizaciones y partidos, si llevamos muchos candidatos, mejor, más difícil y compleja será la trampa que deben montar; pero si no vamos a las elecciones, si nos quedamos en casa gritando ¡FRAUDE!, no necesitarán hacer más trampas, con la que hicieron será suficiente, por mucho tiempo? ganarán cuanta elección venga, crearán su propia «oposición», sacarán los votos que les convengan y sin mayores problemas. Hay que gritar «fraude» una y otra vez, hay que denunciar, demandar, exigir, pero también hay que seguir la lucha política en las urnas electorales, ahora más que nunca.

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Caracas, Venezuela
Médico psiquiatra en ejercicio