Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

domingo, 2 de mayo de 2004

Actualidad al 02.05.2004 - Oro parece?

Las firmas de algunos familiares (mi madre y mi hermano) y de muchos amigos han sido consideradas inválidas por el Consejo Nacional Electoral (CNE, para ser más preciso), la mía y la de mi hijo están objetadas. Es decir, de nuestro minúsculo grupo familiar, solamente mi esposa, mi hija y mi sobrina, poseen certificación de validez de firma. Mi cuñada no firmó. Total de ocho adultos, 12,5% no firmaron, 25% fueron invalidadas, 25% objetadas y 37,5% válidas. ¿Qué se esconde bajo esas cifras?

Frente a nosotros, por arte de birlibirloque desapareció la validez de nuestras firmas. En nuestras narices. Fuimos estafados, estamos siendo estafados y espero que no sigan estafándonos, aunque veo muy difícil que no lo sigan haciendo, pues la verdad pura y simple es que no tenemos, todavía, como impedir que nos estafen. Lo que si podemos hacer es pregonarlo a los cuatro vientos, pero impedirlo, ahora mismo no lo veo posible. De hecho, por esa poderosísima razón es que existe el poder electoral, supuestamente el cenáculo de los honestos, imparciales, entregados y vigilantes personajes de nuestro futuro electoral, los grandes facilitadores de la transparencia de las masivas elecciones políticas y sociales. Sin embargo nada más falso, aparentemente, como el oro, brilla pero no es. La opacidad de todo este proceso de las firmas nos informa que el futuro tampoco será de gran transparencia, si es que queremos ver las realidades actuales bajo la luz del suceso concreto de 45% más o menos de firmas cuestionadas o inválidas.

Plata no es. Tengo la casi absoluta seguridad de que el brillo tampoco es de la plata. La Asamblea Nacional (AN, para ser más preciso) ha jugado clara y transparentemente, ahí la estafa al venezolano se efectuó con claridad meridiana todo el tiempo. En nuestras narices y en las de los diputados de la oposición se ha jugado el juego más absurdamente desequilibrado que hemos visto, algo así como jugar fútbol con dos pelotas, sin arbitro y el doble de jugadores oficialistas. Todo se puede aprobar y convertir en Ley; hasta lo injusto, inadecuado, ventajista y manipulador se puede convertir en norma legal, y hasta lo imposible e improbable se establece como hecho cumplido. El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ, para ser más preciso) está ahora en vías de ser definitivamente el menos justo de los tribunales y, desde luego, el menos supremo. Será el tribunal que los gobernantes de turno quieran que sea, y sus miembros serán eso solamente, miembros de un escogido club de 32 personas que se caracterizarán por el muy dudoso expediente de ser afectos al régimen y seguir las directrices de los gobernantes. Se acabó pues el pensamiento individual y la probidad.

Si hasta ahora querido lector no has adivinado, en voz alta, gritado y con mucha ira te diré que se trata de una concha de plátano, brillante y húmeda, terriblemente resbalosa, peligrosa hasta más no poder. Ahí está, frente a ti y frente a mi. Muévete con cuidado, no pierdas tu oportunidad. No la pises, no resbales, no te caigas. No puede haber más peligro que el que representan los estafadores: los prestidigitadores de la supervisión y control del CNE, los sofistas del TSJ, los cínicos del poder ejecutivo y del poder moral y, por último, los tramposos, apabullantes y traicioneros jugadores de la AN. Cuando los estafadores se ven descubiertos, huyen, no presentan pelea. A lo sumo tiran una piedra y esconden la mano. El arte de la estafa está en hacerlo no en defenderlo. El estafador siempre buscará la manera de estafar, aunque sea rindiéndose, pidiendo perdón, prometiendo que se enmendará, proponiendo treguas y cambios que no respetará, solicitando oportunidades, comprensión y tolerancia que el no tiene y no ha dado jamás, apegándose a las normas de convivencia de los demás y a las leyes que el no respeta y usó a su antojo con desprecio total y absoluto del respeto por las personas y sus buenas y sanas intenciones. Así pues, tratemos de no pisar las conchas de plátano que están ahí.

Tú, lector avezado que te diste cuenta del resbalón posible, también sabes que esas conchas son: desviar nuestra atención de los fines esenciales de nuestra conducta ciudadana y democrática, convertirnos en revanchistas vengativos y peleones entre nosotros y con ellos, hacernos sentir su supuesto poder omnímodo y descalificado, de tal manera que temamos nuestras propias leyes y a ellos y por último, que desarrollemos un sentimientos de incapacidad e insuficiencia ante los hechos cumplidos y por cumplirse, que nos lleve a sentirnos inferiores, débiles, desunidos y sin esperanza. En resumen: desconfianza, inseguridad y duda en nosotros mismos, ante la fuerza y solidez que ellos intentan mostrar y que tratan de vendérnosla como la solución a nuestro problema de no querer apoyarles. Total, desaliento, desánimo y apatía.

Recordemos que la democracia es plural en todos sus aspectos, por tanto, las ideas únicas, los candidatos únicos, los programas únicos, etc., son una aberración hegemónica, dictatorial y oligárquica, sí oligárquica, como suena, los únicos oligarcas en este país son los que están gobernando.

¿Qué podemos hacer? Es la pregunta obligada. Lo que estamos haciendo, es la respuesta, también obligada. Lo que hemos hecho ha estado bien. Pocas veces una población disgustada, desencantada y desilusionada, ha actuado con tanta solidaridad, hidalguía, bonhomía, constancia, respeto y esperanza. Las malas jugadas han sido muchas y siempre hemos respondido frontalmente y con probidad. Nos han hecho creer que nos entubaron en este viaje cansón y fraudulento, nos han insultado hasta la saciedad, han pretendido desconocer y confundir nuestras intenciones, han tergiversado nuestra voluntad y ahora, finalmente, cuando se acerca la hora del referendo revocatorio, pretenden desanimarnos aún más. He ahí la clave, no desanimarnos ni un ápice, seguir con nuestro propósito inalterable e implacable. Al referendo vamos, contra viento y marea. Y si ahora son dos referendos, pues además tenemos que ir a defender la justicia equilibrada y ciega, como debe ser, también lo haremos. No pisar la concha de plátano no significa quedarse estático, paralizado y temeroso, significa, seguir para adelante, no dejar de hacer lo que hay que hacer para cumplir nuestros objetivos, como en nuestras propias vidas, para adelante a pesar de los obstáculos. A mi y a ti, sólo nos detiene la muerte.

Oro parece,
plata no es,
quien no lo acierte
bien tonto es.

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Caracas, Venezuela
Médico psiquiatra en ejercicio