Actualidad al 15.3.2004. El tirano parlanchín
«Una dictadura es un estado en el que todos temen a uno y uno teme a todos». Según dijo alguna vez Alberto Moravia. El de eso sabía, pues le tocó vivir en la dictadura fascista de Mussolini, a la que satirizó y ridiculizó y, por la persecución policial de que fue objeto, tuvo que vivir «enconchado», como diríamos aquí. También lo persiguió el Vaticano, colocando sus libros en el índice de libros prohibidos a los católicos. No tenía para donde ir. Todo el mundo estaba en guerra. Huir era imposible, esconderse y esperar, posible. Además, la mitad de su sangre era judía, la otra católica.
Cada día vemos aumentar el número de personas que le tienen miedo a Chávez, o, mejor dicho, le tenemos miedo. Por extensión y obviedad, también le tenemos miedo a sus acólitos, ayudantes, camaradas, cómplices, empleados y «propios». En mi caso le tengo más miedo a quienes quieren congraciarse o significarse ante sus ojos. No solamente surge el miedo de sus larguísimos e inconsistentes discursos, o de sus peroratas inacabables, por el solo temor de oírlas y lo difícil de compaginar su discurso con sus acciones y sus otros discursos. También surge el miedo de los despidos de trabajadores a servicio del estado o en relación con el estado, justificados a los ojos y sentidos de los empleadores y comisarios políticos por haber manifestado con su firma no estar de acuerdo con la revolución impulsada por Chávez. ¿Y qué decir de la negativa a darle pasaportes o cualquier otro documento de identidad a quien lo solicite, por el hecho de estar su nombre y número de cédula de identidad en la base de datos de los firmantes de la solicitud de revocatorio para el Presidente de la República? Llegó a decirse que el CNE no aceptaría la inscripción de candidatos a cualquier cargo de elección pública, si éste había firmado por el revocatorio. ¿Qué tal?
El punto es que le tememos a Chávez. Moravia le temía a Mussolini, nunca dejó de temerle y nunca dejó de demostrarlo con sus escritos y sus acciones, aunque estuviera escondido.
Aquí somos demasiados quienes le tememos a Chávez y aunque tengamos que escondernos, no nos den los documentos que nos corresponden y nos revise las cuentas la administración tributaria, seguiremos diciendo y haciendo lo que debemos hacer, firmando, votando, marchando, trabajando y mostrando nuestro esfuerzo por Venezuela. Somos demasiadas personas con miedo de uno sólo, que tenemos el valor de enfrentarnos a él y sus huestes. Valentía es eso, sentir el miedo pero saber que hay que seguir, que hay que continuar buscando la paz, la justicia y el equilibrio social y económico de la sociedad.
Chávez nos teme tanto que nos engrede con la fuerza bruta, la propaganda mentirosa y el abuso artero y fraudulento de las leyes y de los ciudadanos. El piensa que pegando primero ganará la batalla, doblegará las voluntades. Pero, si es verdad que el que pega primero pega dos veces, también es cierto que el que ríe de último ríe mejor. Aguantaremos los empellones y los maltratos, devolveremos la actitud cívica y serena de quien sabe que tiene la fortaleza de la justicia, la honestidad y la solidaridad. Votaremos en el revocatorio y tendrá que irse y con él, nuestro miedo; el suyo seguirá para siempre, pues nunca entenderá como un pueblo alegre, generoso, acogedor, tolerante, trabajador y creyente, no compró las ideas de ser intolerante, racista, envidioso, cínico, mentiroso y entreguista, por tanto tiempo publicitadas con su parlanchinería semichistosa y burlona.
Hoy sentenció un juez valiente y decidido, en quien con expectativa confiamos y a quien Chávez teme, lo que hubiera dicho Perogrullo -«que a la mano cerrada le llamaba puño»- que las firmas si valen y que el revocatorio si va. Lo mismo que hemos dicho más de tres millones de venezolanos y lo que ahora van a decir otros tres millones más. Por que el miedo al gobierno estará allí, mientras el gobierno esté, pero la valentía también y todos sabemos que los que hoy te doblegan con injusticia mañana te pedirán clemencia ante el avance inexorable de la legalidad, la equidad y la solidaridad (fraternidad).
Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.