Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 4 de abril de 2003

Actualidad al 4.4.2003 – «Errando, errando, se va acertando»


«Se va acertando…» ¡Ojalá! ¡Ojalá fuese así! Y, si así fuera, Dios nos diera el tiempo y la paciencia para esperar que «Errando, errando,…» el gobierno vaya acertando; ya que en los últimos cuatro años, errores, ha cometido muchos, aciertos, pocos. Pareciera que el refranero popular castizo, tampoco acierta en el sentido de este refrán, bueno para todos, en todas partes, insensato para el gobierno, aquí.
Alguien dirá que es conceder una buena al oficialismo, hablar de errores y no de maldad o de aviesos propósitos. Pues sí, así es, quiero, para preservar mi paz interior, pensar en «errores» y no en maldades o despropósitos. Tenemos un gobierno que yerra y yerra y seguirá errando. Quienes le apoyan, piensan que no cometen errores y que son mal entendidos, mal comprendidos, mal aceptados y mal vistos. Yo, que les adverso, prefiero pensar que, simplemente, yerran. No creo que nos están llevando, en un plan estratégico maquiavélico y maligno, al mar de la felicidad cubano, ni nada por el estilo. Es evidente que si el gobierno sigue no acertando, vamos a estar muy mal. Si queremos llamar a ese posible estar mal «mar de la felicidad», o preferimos llamarlo «hecatombe», me da igual. El hecho concreto es que estamos mal y el gobierno no acierta una.
La lista de cuestiones inconclusas, de problemas sin resolverse, de ilícitos y delitos impunes, de dólares sin entregarse, de bolívares sin pagarse y de intereses, bonos y salarios sin cobrarse, es enorme. Los absurdos «logros» publicitados, los entrabamientos legales y las declaraciones llenas de falsedades, equívocos o, simplemente, mentiras, son constantes. El empobrecimiento del país es masivo. La pobreza crítica llegó al 70%. El desempleo es casi imposible de medir. Los despidos de PDVSA son tantos, tan seguidos y tan indiscriminados, que un simple y somero análisis muestra que no puede funcionar bien una empresa que ha perdido, globalmente, la mitad de sus empleados, que conformaban el 73% de las áreas operativas. Fueron despedidos de una vez, en un instante, sin que ello obedezca a un proceso de reestructuración estratégico, planeado y previsto en sus consecuencias. Vemos a PDVSA moverse por inercia, pero no vemos su gestión activa, que debe ser, hoy, imposible. El mañana de PDVSA es carísimo y caótico. A los, supuestamente, altísimos salarios pagados, se le añaden ahora los mucho más altos salarios exigidos por el personal extranjero solicitado internacionalmente. A la respuesta visceral, desmedida, agresiva y destructora del gobierno, sólo podemos catalogarla de error, error global de apreciación, error puntual de aplicación.
Lo sucedido con PDVSA es similar a lo sucedido con las fuerzas armadas. La sustitución del individuo que ha logrado sus metas por merecimientos, por el individuo que, hipotéticamente, va a lograr las metas de otros. Si había que disminuir el tamaño de las fuerzas armadas, por que en el siglo XXI no se justifican tantos soldados ni tantos oficiales y menos aún, tantos generales, el camino era otro, no la atolondrada agresión contra la decencia y el honor de los militares. Nos quedaremos, a este paso, sin fuerzas armadas, y llegaremos a tener unas milicias patrióticas de defensa fronteriza y acopio y distribución de alimentos y quizá, una futura policía nacional de corte político y barniz judicial. Otro error más.
La supeditación de los poderes al ejecutivo, llegará a niveles estrambóticos con la elección de los rectores electorales del CNE, si estos no son adecuadamente escogidos. Las plazas preseleccionadas son evidentes, desde el primer día. La vergüenza de los electores del comité de postulaciones está en conflicto con sus lealtades.
El vice-presidente mantiene un discurso cínico y arrogante. El canciller, también y Diosdado, se contagió de lo mismo. Poca introspección, cero autocrítica, nula apreciación de las realidades circundantes, o ¿es pose, propaganda, descalificación? Podría ser delirio…¿Quién sabe, quién sabe? En todo caso, es otro error. Nada genera más rabia e irritación que ser tratado con indiferencia, que no ser reconocido como ser humano. Algunos personajes del régimen se han garantizado ya un puesto imperecedero en los pensamientos más innobles de muchos venezolanos.
La oposición, con o sin coordinadora, preferiblemente con ella, sigue dando, salvo mínimas excepciones, muestras de paciencia, optimismo y autoestima colectiva, al haber centrado su atención en la consecución del referendo revocatorio y no haberse dedicado al velorio del paro y de la no renuncia forzada de Chávez. A veces decaemos, casi siempre cuando surge en nosotros la juventud rebelde, indómita e impaciente que nos lleva a quererlo todo para ya. Vemos la espera como debilidad. Confundimos la paciencia con indecisión, el silencio con inacción y vacío, Nos cuesta, por momentos, esperar con la mira puesta en el objetivo, estar serenos y seguros de nuestra meta y prepararnos para la lucha electoral. La expectativa y la anticipación nos llenan de inquietud y nos dificultan sentarnos a preparar concienzudamente un plan estratégico de recuperación nacional.
Como psiquiatra lo que más me desilusiona del futuro inmediato, es la incapacidad de aprender de sus errores que el gobierno despliega. No es problema de uno de ellos solamente, es de todos por igual. Dios los cría y ellos se juntan. Los que yerran y yerran y no van acertando por que no van aprendiendo de los errores, se han juntado y han hecho del no aprender, del siempre errar y no acertar, un culto. El culto a la mediocridad. Nada más dramático que irse muriendo poco a poco, que irse acabando poco a poco, casi sin darse cuenta. El país se nos acaba lentamente, inexorablemente. Tenemos que pensar en lo que vamos a hacer para recuperarlo, en el tratamiento y en el esfuerzo por no cometer errores y si los cometemos para aprender de ellos. Error no es motivo de vergüenza, pero no aprender del error es negligencia, es ineptitud. Es tontería.
Por eso, para contrariar el refrán que no aplican, acordémonos de aquel otro: «Errando, errando, se mueren los hombres y no saben cuando»

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Médico psiquiatra en ejercicio