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domingo, 2 de marzo de 2003

Actualidad venezolana al 1.3.03

Seguidamente, leerán ustedes algunas frases del «Arte de la Guerra» de Sun Tzu, escrito hace poco más de 2.500 años; las traducciones son mi culpa y en este caso, siguiendo el aforismo «traductor, traidor» es doble traición, pues traduzco del inglés que a su vez lo fue del chino antiguo. El traductor al inglés fue Lionel Giles en 1910, y el editor del libro en 1988, es el famoso novelista James Clavell.

Ciertamente, no somos los únicos que leemos y tratamos de aplicar los conocimientos milenarios del guerrero chino. Napoleón lo hizo y según dicen algunos estudiosos, cuando dejó de aplicar los principios del libro, perdió. Mao Zedong, inculto de lo occidental, expone en el Pequeño Libro Rojo, sus planes estratégicos y describe sus tácticas militares en términos similares a los que Sun Tzu propone; sin duda, su fuente de conocimientos militares más importante. Hoy día, las técnicas de planeación estratégica de muchas empresas internacionales y locales, que tienen que enfrentar retos y competencias financieras o de mercados, utilizan los principios y ajustes tácticos del «Arte de la Guerra»; de hecho, forma parte del arsenal obligatorio de quienes estudian administración de negocios y cursos de gerencia, en ciertas universidades y centros especializados. Ese es el asunto principal del libro, el estudio y aplicación de principios básicos, que permitan la planificación y ajustes tácticos necesarios, para triunfar en la estrategia previamente diseñada para la guerra, los negocios o lo que sea que envuelva el empleo de personas y el uso de recursos.

Según Sun Tzu, el arte de la guerra se rige por cinco factores esenciales, constantes y simultáneos: la Ley Moral, implica el acuerdo e identificación con los líderes en lealtad absoluta; el Cielo, identifica los elementos climáticos y aquellos que no dependen de los humanos; la Tierra, identifica los elementos geográficos y aquellos que dependen de los humanos; el Comandante, implica las virtudes de la sabiduría, sinceridad, benevolencia, valentía y severidad; el Método y la disciplina, que es la esencia de la gerencia eficiente de oficiales y soldados y de los recursos para ellos y la guerra, incluyendo toda la logística militar de protección y cuido de bienes, vías de comunicación, vituallas y armamento.

Para determinar el apresto de las fuerzas, Sun Tzu propone siete factores claves: ¿Cuál de los dos jefes en pugna está más consustanciado con la Ley Moral? ¿Cuál de los dos tiene las mayores habilidades? ¿En cual de los dos lados hay más ventajas derivadas del Cielo y de la Tierra? ¿En cual lado es más estricta la disciplina? ¿Cuál ejército es más fuerte? ¿En cual lado están los hombres más entrenados? Y por último: ¿En cual ejército hay certeza de que el mérito será apropiadamente recompensado y los errores sumariamente castigados?.

Y como táctica esencial de guerra propone el engaño y el disimulo: «Así, cuando estemos capacitados para el ataque, debemos parecer incapaces; cuando utilicemos nuestras fuerzas, debemos parecer inactivos; cuando estemos cerca, debemos hacer creer al enemigo que estamos lejos; cuando estemos lejos, debemos hacerles cree que estamos cerca. Pongamos señuelos para distrae al enemigo. Finjamos el desorden y aplastémosle. Si está seguro en todos sus puntos, estemos preparados. Si son superiores sus fuerzas, los evadiremos. Si su oponente es de temperamento colérico, busque irritarle. Pretenda ser débil y así él se volverá arrogante. Si se lo está tomado con calma, no le de descanso. Si sus fuerzas están unidas, sepárelas. Atáquelo donde no esté preparado, aparezca cuando no sea esperado»

El capítulo tercero del «Arte de la Guerra» se llama «La espada envainada», y comienza diciendo: «Pelear y conquistar en todas las batallas no es la excelencia suprema; la excelencia suprema consiste en romper la resistencia del enemigo sin pelear»

Más adelante, en el séptimo capítulo, «Maniobrando», recomienda: «Cuando rodee un ejercito, déjele una salida libre. Eso no significa que al enemigo se le permitirá escapar. El objeto es hacerle cree que hay un camino hacia su seguridad, y así prevenir que combata con el coraje de la desesperación»

En el noveno capítulo, «El ejército en marcha», recuerda que: «Palabras humildes y aumento de los preparativos son signos de que el enemigo está a punto de avanzar. Lenguaje violento y movimientos hacia delante, como si fueran a atacar son signos de que se retirarán»… «Propuestas de paz no acompañadas por un compromiso jurado indican conspiración»

El décimo primer capítulo,«Las nueve situaciones», describe las posibles situaciones de confrontación, que van desde la más simple en su propio territorio, hasta aquellas signadas por la desesperación en que la única salida posible es la lucha a muerte, y termina con un admonición táctica terrible:«Al presionar insistentemente el flanco del enemigo, tendremos éxito en el largo plazo en ‘capturar’ al comandante en jefe —un acto vital en la guerra.» Luego propone una dictadura absolutista, para iniciar el nuevo gobierno.

El último capítulo del libro, el décimo tercero, «El uso de los espías», trata de eso mismo y cómo por el trabajo de los espías es que, al final de las cuentas, se mueven los ejércitos. Ensalza al espía converso, una suerte de espía contraespía, como esencial para la guerra y enaltece el trabajo del espía sobreviviente. Trabajo ruin, pienso yo, que sin embargo recibe el nombre de inteligencia.

La idea de este vuelo rasante por el «Arte de la Guerra» es darle legitimidad teórica a algunos de los sucesos y actitudes que estamos viviendo en Venezuela. Ya sabemos, por ejemplo, de dónde viene esa frase: «Voy a envainar la espada», y su corolario de que si la desenvaina se la pasa para la mano izquierda. Pero también sabemos ahora, que importancia tiene para la estrategia ganadora mantenerse firme en los principios, insistir con constancia en la presión y no recurrir a la violencia innecesaria, además de interpretar adecuadamente los signos de debilidad y de fuerza del oponente.

En el siglo XXI, la idea absolutista y dictatorial, necesaria hace 2.500 años, es rechazada por todos, lo mismo que las ejecuciones sumarias; pero el principio de justicia, sigue siendo el mismo, y el juicio, a quienes lo merecen por su irrespeto a la humanidad y su abuso del poder, vendrá. Estoy seguro.

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Médico psiquiatra en ejercicio