Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

jueves, 13 de marzo de 2003

Actualidad al 13.3.2003 –(¡Ojo pelao!)

Nada más fácil que hacerse la «vista gorda», no tomar en cuenta los asuntos y aplicar la vaselina deslizadora a las noticias que no nos gustan o a los asuntos que no queremos enfrentar. Lo que los psiquiatras llamamos: negar, suprimir, soslayar, posponer.

Bueno, eso creía yo, hasta ahora. La vida nos ha cambiado, la forma de vivir es otra. A todos nos resulta ahora muy difícil no involucrarnos. Las noticias, buenas y malas, estemos o no en la onda vibratoria del momento, son una cárcel emocional de la que no podemos escapar por horas y a veces por días. Hay para todos los gustos. Los exaltados, coléricos, estresados y adrenalínicos, se retroalimentan con Marta y Orlando. Los tranquilos, controlados, pacíficos, preocupados, flemáticos y de lento reaccionar, se identifican con la parsimonia profunda e inquisitiva de César Miguel. Los Melancólicos, casi pesimistas, sobrios, ansiosos y un poco rígidos en sus apreciaciones, aceptan sólo los noticieros y las truculencias de los invitados a los programas de opinión, están a la caza de la posición más negativa, pesimista e infeliz. Los sanguíneos, despreocupados, sensibles, sociables, vivaces y mangancha, son fans de Napoleón, ven «Friends» y le preguntan a uno: «¿Cómo va la vaina…? Y, seguidamente, te dan ese consejo definitivo y trascendente: «No le pares bolas, ese tipo está caído». Total, en este 70%, tres cuartas partes padecen y una cuarta parte se entretiene. Supongo que en el otro lado de la Venezuela política, el 30% chavista duro, pasa igual.

En estos últimos días hemos visto como la Mesa de Negociación y Acuerdos, pálida en su aspecto, lánguida en su quehacer y lenta, lentísima y anodina, en sus resultados, está como la novia que dejaron en el altar: igual que antes. La posición del gobierno sigue siendo la misma, el juego negociador del gobierno sigue siendo el mismo. Tan es así, que la ineficiencia, la pachorra y la ineptitud del gobierno se han convertido, a los ojos de los avezados intelectuales explicadores de todo los explicable y de lo inexplicable, en unos genios de la negociación y de la frustración y desánimo del contrario. «A Corea del Norte, debería Bush mandar a José Vicente, a Chaderton y a Valero, para que los entretengan negociando varios años y así acabar con ese problema. Esos tipos son unos genios, acabaron con la oposición y con la mesa»

Ese tipo de argumentos son como aquel otro: «El plan de Chávez se está cumpliendo. Poco a poco nos está llevando al comunismo al que nos quería llevar»

Vamos a ver. En primer lugar sería bueno recordar que ninguna negociación es todo el tiempo exitosa. Todo tipo de negociación pasa por altibajos. La velocidad no garantiza el éxito. De hecho, ni siquiera el llegar a un acuerdo es garantía del éxito. Algunas veces, y no pocas por cierto, de la negociación se obtienen visiones más claras y definitorias de la contraparte. Conocer a la contraparte puede ser más exitoso que ganarle un punto negocial o dos. Sobre todo cuando el contrario ha usado todas sus artimañas y cartas secretas y ha exprimido todo lo exprimible.

No creo que la Mesa ha fracasado, ni remotamente. Tampoco creo que la oposición se ha adormilado ni que ha sido aplastada.

No creo que Chávez se las sabe todas, ni que su habilidad estratégica y sus ajustes tácticos están teniendo el éxito que planeó. Menos creo que José Vicente, Chaderton y Valero sean unos genios de la negociación.

Venezuela no está regresando poco a poco a la normalidad, como cacarean el Vice-Presidente y el canciller. Por el contrario, hemos entrado en una era de desgaste emocional y físico muy grande, que se caracteriza por el sufrimiento solidario y leal por los compatriotas que están en desgracia económica, por los que tienen hambre y los que van a padecerla, por los que padecen inseguridad jurídica, por quienes no nos sentimos adecuadamente representados, ni oídos, ni tomados en cuenta en este régimen político injusto, atropellador y mentiroso, por quienes ven con dolor como se deteriora la bonhomía natural del venezolano, cómo la tolerancia y la cortesía han cedido ante la jaquetonería, la prepotencia, el despotismo, la manipulación, la mentira, el engaño y la imposición.

Esa nueva actitud del venezolano en la oposición, que hoy produce perplejidad e induce al reacomodo de la energía y de la fuerza vital, y nos tiene por el momento quietos y encogidos en la oscuridad, con bajo perfil, recuperando nuestras fuerzas, acumulando la energía, encausando la ira y el desencanto, digiriendo la frustración, preparándonos para el salto, como tigre agazapado, para el «pase lo que pase, sea lo que sea, no me importa, pero por fin salir de esto». Terrible futuro, ya lo creo.

Ya no somos la temerosa y pusilánime oposición, luego de tres meses de lucha activa y pacífica, luego de casi un año de ira, dolor y frustración continuas. Somos diferentes. Ahora son los círculos quienes nos temen, ahora es el gobierno quien nos mira con recelo y miedo. Ya los enemigos a neutralizar no son la Policía Metropolitana o la de Carabobo. Casi me atrevería a decir que el peligro no es que bajen los cerros, es que hierva la oposición.

Ese es el resultado de la actitud displicente y descalificadora del gobierno. Generó una resistencia pasiva que en definitiva es la más grande agresividad, por constante, fuerte, y pasiva. El mérito de la Mesa, de la Coordinadora Democrática, del preso político y de la ineptitud, falsedad y autismo del gobierno, ha sido la oposición callada, lenta pero segura, pasivo agresiva y con la meta puesta en el ¡Ya basta!

Los ríos humanos de votantes los sacarán del gobierno, pero si no hubiesen elecciones, igual será. Tendrán que salir, pues no podremos, ninguno de nosotros, controlar el efecto del río crecido de tanta desdicha y frustración.

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