Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

miércoles, 19 de febrero de 2003

Actualidad venezolana al 19.2.2003

Hasta hace poco tiempo, quizá un par de años, el 19 de febrero era el día de San Álvaro, al menos así lo indicaba el almanaque de Rojas Hermanos. Ahora no; hoy es el día de San Máximo mártir. Los que llevan ese nombre tienen problemas para celebrar su santo, pues hay varios «Máximo», al menos tres. Pero no hay San Álvaro y no tengo nada que celebrar hoy. De todas maneras no quisiera celebrar nada hoy. No creo que exista ningún evento el día de hoy que merezca celebrarse. Por el contrario, la pena y la vergüenza me embargan. Quisiera esconderme, y reaparecer cuando ver a los ojos a mis compatriotas no me produzca lágrimas de impotencia y dolor, cuando un abrazo entre nosotros sea de alegría y no de inconformidad, cuando sentarme a escribir produzca en mi la euforia de un canto feliz y no la cascada de sentimientos infelices y oscuros que siento hoy.
El cinismo del gobierno y la infantil esperanza de la Coordinadora Democrática, al firmar el pacto de no violencia ayer en la noche, cuando en el día habíamos sabido de las muertes de los 4 disidentes y testigos de los asesinatos del 6 de diciembre; cuando grupos armados hieren a un médico al intentar rematar a una joven de 14 años de edad, embarazada, torturada y mal herida, que había logrado escapar de esa matanza y que era atendida en el Hospital Domingo Luciani; cuando, al día siguiente, grupos armados se presentan en un autobús al mismo Hospital e irrumpen en la asamblea de médicos convocada urgentemente por la inseguridad de todos los días y las agresiones de la noche anterior y hieren a 4 de los médicos que se encontraban en dicha asamblea dentro del Hospital, y poco después dos médicos más son atacados a tiros, 18 balazos en total, por agentes del orden público, en el momento en que salían del estacionamiento. Que los confundieron con ladrones de autos, dicen los policías que dispararon desde un automóvil sin identificación y sin dar la voz de «alto». Sólo uno de los dos médicos resultó herido de tres balazos. Otro signo de ineptitud y violencia. A corta distancia, 18 balas disparadas y sólo tres impactos… Agresiones a personas desarmadas y sólo 5 heridos de navaja y cuchillos… definitivamente la mano de Dios nos protege. Uno de los detenidos por la policía por estos sucesos es dejado en libertad a las pocas horas. Es el compañero sentimental de la jefa de algunas hordas políticas gobierneras y, jefa al fin, se presentó en su camioneta ranchera con su chofer y escolta a buscar a su marido y se lo llevó, sin problema alguno, sin oposición ni trabas legales. Por cierto que éste acusó públicamente a los periodistas de Globiovisión de haber disparado, no sabemos si se refería a los sucesos de esa mañana, a esos muertos disidentes o se refería a los asesinatos del 6 de diciembre, en concordancia con lo declarado por el asesino confeso y no convicto Joao De Gouveia. En todo caso, va a ser difícil averiguarlo, pues si a él que le habían tomado preso en la mañana bajo la acusación de haber dirigido el ataque y herido a algunos médicos lo sueltan así, además matan a los testigos del asesinato del 6 de diciembre y descalifican los videos donde se aprecia la matanza como montaje técnico, entonces: ¿en qué quedamos? Impunidad es la respuesta. Desprecio por los derechos humanos es la consecuencia.
Ojalá que el acuerdo de no violencia firmado en la mesa de Negociación y Acuerdos, no sea el caramelo justificador de la actividad facilitadora del Secretario General Gaviria. Ojalá que no sea así y todavía hayan más acuerdos que firmar. Ojalá que ese acuerdo de no violencia sea efectivo. Yo quiero tener esa esperanza infantil, sana e ingenua. Estoy convencido de que había que firmar el pacto y cualquier otro pacto. Hay que firmar lo que sea, si es que el gobierno se compromete a ello. El juego está en la mesa, tenemos que jugarlo completo, pero tenemos también que saber jugarlo. Debemos cumplir nuestra parte del pacto, a rajatabla. La responsabilidad de lo que ellos harán depende sólo de ellos. Ese es y será su compromiso. Si no lo cumplen, deberán responder por ello. Si lo cumplen habrán llenado, por alguna vez, la expectativa del pueblo.


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