Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

lunes, 10 de febrero de 2003

Actualidad venezolana al 10.2.2003

Comienzo hoy una serie de tres artículos sobre la actualidad venezolana en los que trataré de exponer mi visión personal, como siempre, sobre cuatro preguntas mayúsculas. Así como los otros artículos han surgido de mi respuesta emocional a los sucesos que hemos vivido en esos momentos, estos los estoy escribiendo como respuesta a las inquietudes que algunos de mis lectores amigos me han manifestado. Como he dicho otras veces, no pretendo escribir un ensayo técnico o profesional sobre política, pero si pretendo expresar mis sentimientos y personal comprensión de los temas que abordaré. Quisiera tener soluciones claras, expeditas y precisas para las cuestiones planteadas, pero no es así. Tengo más opiniones que soluciones y más preguntas que opciones. Como casi todos. Pero ese es el sino de los hispano americanos, la herencia de nuestros padres españoles: «Tres españoles, cuatro opiniones»
Voy a intentar de la manera más ingenua y directa posible analizar la situación actual en la que hemos entrado a partir del pasado 3 de febrero. El porqué de esa fecha es, quizá por que queda a mitad de camino entre el 2 y el 4, es decir entre el «firmazo» y el aniversario del frustrado golpe de estado del 4 de febrero de 1992, ahora, oficialmente exaltado a clamor popular el golpe y denigrado a actividad democrática permitida, el firmazo. También es importante que a partir del día 3, el «Paro» se flexibilizó –eufemismo por «se acabó».
Empezaremos haciéndonos las mismas preguntas que todos nos hacemos:
¿Para qué sirvió el «Paro»?
¿Y después de Chávez qué?
¿Qué país queremos, para después de Chávez?
¿Tenemos planes para el futuro?
•••

¿Para qué sirvió el «Paro»?
Aparte de los efectos desagradables que estamos comenzando a vivir: el aumento del desempleo, el control de cambio, la falta de gasolina, el irrespeto público, las restricciones a la información y a la libertad de expresión que están cada vez más cerca, la profundización y radicalización de la revolución chavista, etc. Pienso que al paro hay que mirarlo desde otro ángulo. Perder una batalla no es perder una guerra. Más aun, la batalla no se perdió. Lo que Chávez piensa que fue ganar una batalla a la oposición y hasta cree que ganó la guerra, es más precario y costoso para él que la que ganó el famoso Pirro II.
Este proceso de 14 meses, desde el 10 de diciembre de 2001, ha servido para movilizar las fuerzas vivas de la oposición, que estaban dormidas, apáticas, desinteresadas y fatídicamente abandonadas al destino que marcaran los demás. Prueba de ello son las 4 últimas elecciones, a las cuales no acudieron a votar y dejaron en manos de quienes si fueron el destino colectivo y personal. Si se observan las cifras de las elecciones pasadas, vemos que el «chavismo» tiene y mantiene un porcentaje más o menos constante, alrededor del 30%, que todavía hoy, a decir de las encuestas, se mantiene, con pocas variaciones. El «chavismo duro» lo llaman. En el lado contrario, sólo vimos, en esas elecciones, un grupo de votantes, también constantes, y con denominación política, con porcentajes menores del 20%. Y lo terrible es que sólo la abstención habría ganado las elecciones, pues presentó porcentajes promedio de 58%. ¿A quién pertenece la abstención?. Es obvio que al desinterés, el fatalismo, la apatía y la desmotivación. He ahí la palabra clave: desmotivación. Pues bien, ese es el principal logro de estos catorce meses y de estos últimos dos meses de motivación continuada y exaltada. Con que el porcentaje de abstención baje a la mitad o incluso en un tercio, ya es otra cosa, pero si baja más, mejor será.
En estos dos meses de «Paro» se probaron muchas cosas que sabíamos, pero que la paz, la comodidad, el materialismo consumista y las bondades del clima, nos habían hecho olvidar y por tanto, por desuso y olvido, se habían adormecido. Peor aun, habíamos permitido que la pugnacidad, la descortesía y la grosería, además de la mentira, el disimulo, la desprotección legal y la creación de grupos armados, se entronizaran en nuestro diario vivir. Estábamos como adormilados por el canto de las sirenas. Despertarnos ha sido muy difícil. En una oportunidad, el 11 de abril del 2002, tuvimos un sueño corto y un despertar terrorífico. De ahí en adelante le huimos a los sueños cortos y despertares bruscos. Buscamos las salidas por medios que nos garanticen el futuro a todos, no a un solo lado. Estamos más dispuesto a los sacrificios por nuestros ideales, costumbres, culturas, paz y futuro promisor. Sabemos que a nuestros hijos tenemos que dejarles una patria diferente a la que tenemos ahora, y ya estamos seguros de que nuestra acción se puede desplegar con entereza y generosidad, por que somos muchos los que pensamos así y hay de nuevo solidaridad entre nosotros. ¿Qué más queremos? Esa es la base de la fuerza que tenemos. Apechar con nuestras limitaciones actuales con honor, constancia y valentía es la clave. Las próximas elecciones, sean en el momento que sean y lleguemos a ellas por el procedimiento que sea, son nuestras. El «Paro» si sirvió para la oposición y no le sirvió a los chavistas. Nosotros sufrimos los efectos con orgullo y optimismo, ellos con rabia y angustia de quedar mal y perder adeptos, nosotros con la esperanza de unirnos más, de ganar más adeptos a nuestra causa y de ser solidarios con los que padecen más o llevan las cargas más pesadas, ellos con la necesidad de castigar de penalizar de aplastar a los disidentes, nosotros con la necesidad de acoger, de aliviar, de estimular la disidencia y a los disidentes. ¿Qué más queremos? Tan sólo estos gestos, actitudes y esperanzas que aquí describo, justificarían para un pueblo, el haber pasado por el «Paro».

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