Actualidad venezolana al 08.02.2003
Tanto nadar para morir en la orilla. Así pasó con el Columbia, las FAN, PDVSA y el paro, pero no con la mesa, que nunca arrancó y parece que no va a arrancar. Diálogo, o mejor dicho, monólogos de ida y vuelta. Negociación, no, ¿Para qué? Si ya permitieron la debacle que han permitido y están haciendo las podas y resiembras que están haciendo, ¿Para qué negociar, para conseguir qué? No tiene interés para el gobierno la negociación. La “paz” y la “tranquilidad” del pueblo se consigue más rápida y fácilmente por el amedrentamiento y la inseguridad, que por ceder en la mesa de negociación y acuerdos. Así pareciera que es el razonamiento detrás de la inacción, la distracción, la dilación y la azarosa asistencia del oficialismo a la mesa.
Hemos presenciado en estos días el despido del grupo de investigadores y científicos más grande que hayan sido expulsados de su trabajo en Venezuela, jamás. Los 881 profesionales despedidos hasta el momento del INTEVEP, no tienen sustitutos en Venezuela y seguro que son actualmente objeto de ofertas inimaginables. Los secretos industriales y la experticia que poseen los convierten en objetivo para los competidores de Venezuela en el mundo petrolero. También impresionan los despidos de otros 4.000 ó 5.000 empleados de la Industria petrolera, y según dicen las malas lenguas y los comentarios de pasillo, faltan por botar todavía 30.000. La disidencia se castiga, a pesar de que se la incita y estimula y está protegida y defendida por la Constitución.
Este suceso sólo es comparable con las purgas en China de la época de Mao y su esposa Jiang Qing. La Revolución Cultural maoísta de 1966, adelantada por los Guardias Rojos al rítmico son de: “Por el este sale el sol, y surge en China un Mao Zedong”. Mientras Lin Piao marcaba las actitudes y frases para exaltar a los Guardias Rojos y sus seguidores: “Derrotemos a los capitalistas que detentan el poder”, que, por cierto, detentaban ellos desde hacía más de 20 años para ese momento. También ordenaba: “Eliminemos las cuatro cosas antiguas: el pensamiento antiguo, la cultura antigua, las antiguas costumbres y los antiguos hábitos.” Para cerrar esta disquisición sobre el paralelismo histórico y sin ánimo de comparaciones, que siempre son odiosas y en este caso más, recordaré que Stalin dijo en 1949, que Mao “no entiende las verdades marxistas más elementales”. Lin Piao, en sus alocuciones propagandísticas vociferaba: “El pensamiento de Mao Zedong debe gobernar y transformar el espíritu, hasta que el poder del espíritu transforme la materia”. Frase inspirada por el propio Mao, pues el creía firmemente en eso. Leer esto y sentir que el pensamiento de Mao y sus seguidores estaba cercano al pasticho ideológico, es inmediato. Con razón, años después, Lin Piao trató de matar a Mao y murió en un “accidente” aéreo. Jiang Qing y sus secuaces (La banda de los cuatro) fueron juzgados poco tiempo después de la muerte de Mao y condenados por sus crímenes en contra de lo chino y de China.
El prematuramente fallecido pensador venezolano Luis Castro Leyva, a propósito de unas declaraciones radiales de Chávez, escribió en un artículo publicado en El Universal, el 20 de febrero de 1998: “Es verdad, comandante, usted es un gerente humanista de la violencia, nada más, nada menos. Sé como quiso usted pensar, pero aun respetando su intención, perdonará usted que le diga que usted no sabe pensar y que lo que piensa no vale la pena pensarse, aunque la fuerza la tenga de su lado hoy, después, siempre. Usted no tiene relación con la razón.”
Es interesante pero angustioso repasar la historia. Aunque la historia no se repite, el esquema básico de ciertas conductas humanas si lo hace. También sucede con los animales. Nuestras conductas son más elaboradas y por eso se disimulan mucho los patrones o esquemas. Historia no necesariamente implica pasado distante. En el presente inmediato y paralelo también se suceden hechos que llaman a la reflexión por su similitud con nuestras propias circunstancias. Ejemplos de la actualidad son Libia e Irak. Paralelismos impresionantes. Pero algunos que no son tan evidentes, también llaman la atención. En Malasia, por ejemplo, el gobierno piensa que tiene el derecho de controlar lo que los malayos pueden o no escuchar o ver en los medios y hasta en internet. También dicen tener el derecho, y así lo ejercen, de moralizar, censurar y controlar las expresiones artísticas, las propagandas, las series de TV y películas. La TV es del estado. La prensa debe obtener permisos anualmente para publicar, y los permisos aparte de discrecionales, pueden ser revocados y no hay instancias a las que acudir. Para controlar a los periodistas y otros disidentes, hay suficientes leyes y la Constitución, que, para colmo, castiga a los “desafectos”. Nueva descripción de acto criminal. ¿Qué tal? ¡Esos malayos se las traen. Tan ricos que son y tanta pobreza…!
Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.