Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

jueves, 23 de enero de 2003

Actualidad venezolana al 23.1.2003

Hoy se cumplen 45 años del 23 de enero de 1958.
Recuerdo bien las tensiones que vivimos esos días. Mi padre andaba de un sitio a otro, escondiéndose de la policía política, la Seguridad Nacional. Dos o tres esbirros se apostaban en un camioneta gris en la esquina de la cuadra donde vivíamos y habían intervenido nuestro teléfono. No obstante, llamaba por teléfono: “soy Víctor…”, decía, (se llamaba Antonio, pero era conocido socialmente como “Sony”) y conversaba muy corto con mamá. No sabíamos nada más. La gran aventura para mi, que tenía casi 15 años; el gran compromiso para él, que había cumplido 47 años, ese 21 de enero, en la clandestinidad.
Desde hacía meses sentíamos las tensiones del progresivo deterioro del régimen pérezjimenista, pero entre diciembre y enero el suspenso había llegado a ser insoportable. No podía esperar el momento de vivir alguna otra pequeña aventura en la radio especial que permitía oír a las policías y a los militares. Me sentía que llenaba, en las pequeñas historias que escuchaba o algún comentario de alguien, las más aceleradas aventuras que mi imaginación podía desarrollar. Se me quedaron cortos los libros de aventuras de Emilio Salgari. Como él, sin salir de casa, viví cien veces aventuras como las del Corsario Negro y El Tigre de la Malasia. Fui, en mi fantasía, capaz de todo, excepto de captar, verdaderamente, lo que estaba sucediendo. Hoy en día pienso que ni que me lo hubiesen explicado lo habría entendido. El sentido de aventura estaba por encima de la apreciación de la realidad. Lo que viví entre el 1º y el 23 de enero, fue una mezcla de temor con placer, de incertidumbre y aventura, para mi algo tan peligroso y apasionante, como haber entrado por primera vez en la tumba de un Faraón, o estar pendiente del viaje de Lindbergh…
Por supuesto que sentía angustia por mi padre, pero él, como todo padre, estaba más cerca de ser Supermán que de víctima. Esa noche oímos a la “Vaca Sagrada” despegar del aeropuerto de La Carlota con su carga ignominiosa. Al rato supimos que papá estaba bien y de ahí en adelante, en mi casa, todo fue hablar de política y hacer política, hasta que en 1959, se enfermó muy gravemente y tuvo que ir a USA a operarse, recuperarse y luego cuando regresó: no más política.
En los siguientes 45 años, apartando los devaneos políticos propios de los estudiantes, nunca he andado en la política, que me atrae e interesa mucho, pero que no es para mí. Lo sería, si fuese como aquella que viví a los quince años: un continuo sentido de aventura, suspenso y tensión, con no más peligro que aquel de un apasionante libro o una electrizante película.
De repente, hoy, estamos todos en la política. Aún sin quererlo. No militamos, ni lideramos nada que tenga que ver con la política, pero la estamos practicando. Hemos estado en paro cívico, hemos ido y vamos a las marchas, paseamos con la bandera, vemos televisión y oímos la radio con frecuencia y dedicación religiosa, opinamos aquí y allá, escribimos, hablamos, pensamos incesantemente…
Trato de no sentir tanta rabia, ira, odio, deseos de venganza, impotencia, vergüenza, indignación ni miedo. Pero no puedo. Debo estar alejado de la mano de Dios y sin Ángel de la guarda, por que ¡siento tantas bajas pasiones…! Al menos controlo, por ahora, las conductas que deberían seguir esas pasiones y no grito ni agredo, no maltrato ni insulto y no rompo nada ni ahorco a nadie. Todavía creo confiar en el futuro, en la negociación, en el acuerdo, en la calidad del resto de los venezolanos, pues estoy absolutamente seguro de que aquí los malos son muy poquitos. Pero, ¿y esas pasiones, porqué, de dónde surgen? ¿Por qué pasiones bajas y hasta viles, y no sentido de aventura, pasiones enaltecedoras, fantasías de actos trascendentes e ilimitados?
Analizando el diario vivir en estos últimos meses y días, es fácil darse cuenta de la frustración e indignación que nos ha invadido. La actitud del gobierno al negarse a entender y aceptar nuestro desencanto y nuestra protesta, de negarse a sus obligaciones económicas con las regiones del país que no le son afectas, el habernos dividido en dos trozos, uno pequeño que domina y administra las arcas y el poder del estado, y otro, grande, inmenso, que dependemos de nosotros mismos y que nos hemos creído que el volumen, el número, nos daba la fuerza para solicitarle al gobierno su retiro y nuevas elecciones. Hicimos lo que la fuerza garantizada por los grandes números hace. Se intentó todo, demandas ante el Tribunal Supremo de Justicia, expresiones públicas de opinión, huelgas, paros escalonados, cada vez más días y más fuertes, hasta llegar al gran paro cívico del 2 de diciembre, al cual se sumaron, con pleno derecho, los empleados de la industria petrolera. Se planteó y se instauró la mesa de Negociación y Acuerdos. Se recogieron las firmas para un referendo consultivo el 2 de febrero. Seguimos con las marchas, lo mítines, las aglomeraciones y los cacerolazos a las 8.00 PM, todos los días, en todo el país. Por supuesto, no hubo celebraciones de Navidad, empezó a escasear el alimento, ya falta la gasolina y el gas doméstico. Los centros comerciales, las tiendas grandes, las industrias, etc., siguen cerradas.
El país se desmorona. El gobierno sigue ciego y sordo. Juega a nuestro desgaste y al del país, como corolario. No hay dinero para pagar los salarios de los empleados, pero si lo hay para importar gasolina. No hay negociación para disminuir la conflictividad y reabrir las industrias, pero si para hacer negocios millonarios en el exterior, e importar alimentos de segunda y baja calidad a precios de oro, como las harinas de trigo importadas desde el Uruguay, que llegan a un puerto colombiano y como tardan más de lo previsto en descargar y enviarla en camiones a Venezuela, se descubre en Montevideo, que la dicha harina está contaminada con un hongo o la parte tóxica que queda de él. Ahora, debido al silencio oficial, no sabemos dónde está esa harina. Pero lo sabremos, tristemente, por los enfermos que resulten de su consumo.
Para remate, ayer y anteayer, en una cascada de decisiones, el gobierno multa y amenaza con el cierre a dos plantas televisoras. El Tribunal Supremo de Justicia, en franca complicidad con el gobierno y de forma injusta, ilegítima y mal disimulada, le dicta al General Martínez, a quien ya habían detenido ilegalmente y está preso en su casa, 30 días más de detención, con prohibición absoluta de hablar con la prensa, dar entrevistas y sin visitas ni teléfono.
El presidente asciende a un grado más alto a un general indigno, que sin mediar por la paz, agredió una manifestación pacífica de forma violenta y descarnada. Le da un espaldarazo proponiendo su ascenso, a otro general indigno y patán, el famoso general eructador, de cuerpo de toro y mente de pollo, el “toripollo” , quien, antes de ayer fue criticado fuertemente por sus pares y hablaron de llevarle a juicio.
El gobierno canceló la venta de dólares por cinco días como preámbulo al control de cambio. Nombraron Ministro del Interior y Justicia al general de tres soles que jugó el infame papel de engañar a todo el país el 12 de abril de 2002, cuando dijo que le había pedido la renuncia a Chávez y que él la había “aceptado”, barbaridad semántica que, según dijo posteriormente el propio Chávez, fue mentira; el mismo inefable general que junto al alto mando militar pusieron sus cargos a la orden, para irse luego a dormir, tan tranquilo como lo podían dejar aquellas granadas de asalto que mantenía a su lado. Nombró jefe de las fuerzas armadas a otro general indigno e infame, que teniendo apellido de carnicero ha sido más verdulero y mercader; famoso administrador de planes de bienestar y construcción de viviendas populares para las barriadas de Caracas, planes inconclusos todavía y dedicado agente represor de la Policía Metropolitana y de los manifestantes caraqueños.
Al comienzo de la tarde de ayer el vicepresidente dio a unos periodistas la primicia noticiosa del año: suspendido el referendo consultivo. A pesar de que todavía no se había emitido la sentencia correspondiente. Por lo que el Tribunal Supremo de Justicia, que no podía dejar en la intemperie al inefable, flemático y distante vicepresidente, tuvo que emitirla apresuradamente. Lo cual en condiciones normales hubiese sido imposible, pues la magistrada suplente que había sustituido a la magistrada suplente que había sustituido al magistrado principal –así es, no es broma, ni error de imprenta-, apenas se había incorporado al tribunal un par de horas antes que la sentencia fuese conocida por todos. Ese corto tiempo fue suficiente para que este prodigio de la eficiencia judicial bolivariana y revolucionaria, se leyera el voluminoso expediente, de poco más de 800 páginas, pensara, reflexionara, cogitara, o hiciera lo que tuviera que hacer, para que junto a sus otros 3 cómplices, tomaran la decisión.
El mismo tribunal de marras, devuelve a otro general sus derechos y así el general Vásquez será reintegrado (¿?) al ejército, de donde fue sacado ilegalmente, dos veces. Pero si una es de arena, la que sigue es de cal: el tribunal sentencia que la declaratoria de desobediencia civil y el derecho a la resistencia y a la rebelión, según el artículo 350 de la Constitución *, no es legal, ya que debería previamente haber existido un juicio o varios y además solo se aplicaría a nuevos gobiernos, espurios, de facto o ilegalmente constituidos en su origen; por tanto, ningún gobierno pierde jamás su legitimidad, haga lo que haga, si es que ha sido elegido. Ese churro pastoso, aceitoso y meloso, es lo más absurdo que jamás pensé que vería en materia de justicia y equidad. Sólo les faltó decir que la elección de un gobierno era un sacramento y por ello indisoluble, pase lo que pase, hasta que ese gobierno no lo decida por él mismo, o haya nuevas elecciones al final de su período.
Total, si hace cuatro días habían al menos dos poderes autónomos de los cinco constitucionales, hoy hay sólo UNO, autónomo e independiente de los otros y del país.
En medio de estos acontecimientos, el ex–presidente Carter propone lo que ya se había propuesto, pero le da el giro de fijar una fecha: el 19 de agosto de 2003, que, supuestamente, el presidente aceptó. El problema es que sin Consejo Supremo Electoral –inhabilitado por el Poder Judicial- no pueden hacerse elecciones. Es decir, la solución es votar pero ¡está prohibido hacerlo!
Está claro que estamos celebrando los 45 años de la democracia, con el inicio y consolidación de su antítesis. ¿Fin de un ciclo? ¿Inicio de otra revolución de la historia?
¿Qué va a pasar ahora? ¿Quién lo sabe?
El sentimiento que todos tenemos, incluyendo a los propios chavistas, es que este gobierno terminó. ¿Por qué Chávez no lo acepta así? Las razones son muchas, la primera y más importante es que él no lo ve así. Se sigue sintiendo ganador y siente que no tiene que hacer ninguna negociación, ni ceder, ni luchar por lo que es de él. Sólo tiene que imponer y limpiar los estorbos. Para él no se está desmoronando el país. Se están desmoronando y hundiéndose los oligarcas, neoliberales salvajes, conspiradores y saboteadores, y por tanto sus plantas y sus industrias serán tomadas por el pueblo y la soldadesca. No importa que saqueen la panadería y que de paso la destruyan (como contaba Ortega y Gasset), o que se coman los huevos y la gallina también, eso es lo que hace la masa anómica victoriosa. Es lo que estamos viendo con la industria petrolera, y lo seguiremos viendo con las fuerzas armadas, la industria alimentaria, etc…
*Artículo 350 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. 24/3/2000: «El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos.»

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