Actualidad venezolana al 11.1.2003
El 13.12.2002 apareció en el diario El Universal una caricatura de un supuesto tejano con sombrero de ala ancha, parecido, quizá, al vaquero del norte que comanda las huestes policiales de la democracia occidental; el vaquero en cuestión decía: "Advertimos a los venezolanos que el derramamiento de sangre se puede hacer sin que se derrame el petróleo..." desde entonces no he podido dormir bien.
Mi sueño plácido y reconfortante, se acabó. Todas las noches y a la hora que sea que intente dormir o descansar, mi mente no para de buscar formas, maneras, caminos, vías, vericuetos, actitudes, palabras, que nos permitan explicar, dibujar, pintar, comunicar, transferir, inculcar en los actuales gobernantes de este país, que quienes les oponemos también queremos lo mejor para todos, pero que lo que no queremos es que lo mejor para todos sea lo que una persona y su grupo de afectos decidan y a la fuerza; queremos que sea lo que la mayoría desee, con respeto y tolerancia por la divergencia y el disenso, y no podemos convivir por más tiempo con la agresión verbal y física y el odio contra el que disiente, la violencia verbal y física contra el que ha hecho de su vida una vida de estudio, formación y trabajo exitoso, pero no milita en el grupo oficialista. He soñado y pensado mil maneras de marchar y dar aspecto de solidez, fuerza, potencia y decisión... Así, a lo mejor, el presidente se intimida algo y cede su posición y camina la mesa de negociación y acuerdo... ¡Qué no he pensado y soñado...!
¿Por qué me puse así?
Esa caricatura de Rayma Suprani, muestra la visión internacional del problema que tenemos en Venezuela. No importa lo que pase a los venezolanos, siempre y cuando sigamos pro-duciendo petróleo, o siendo consumidores. En todo caso somos un eslabón importante de la cadena de consumo de la familia feliz del occidente democrático y altruista, que además no nos tomará en cuenta si no somos un productor consumista, confiable y constante. Los orientales, por cierto, opinan igual.
A esto le sumo que por esos días, un tal Fabián Chacón, abogado que abogaba ante el Tribunal Supremo de Justicia por la legalidad del acto inconstitucional por el cual se intervino la Policía Metropolitana, dijo de lo más tranquilo y satisfecho con su actitud y pensamiento: "El problema no es la Constitución o la legalidad de nuestra actuación, sino que producimos resultados positivos." Defendía además que ellos no habían intervenido la Policía Metro-politana, ya que: "Negamos que haya habido una intervención, pues no ha habido ninguna fuerza que haya penetrado en las instalaciones." (de la Policía Metropolitana, se entiende)
¿Qué es peor, el secuestro, el sitio, o la intervención?
Y que el fin justifica los medios, cualquier medio, ¿Qué?
Ahí está la clave del problema: un gobierno mentiroso, que justifica lo injustificable al mejor estilo sofista, visto internacionalmente como un problema que será menos problema en la medida en que sus nacionales puedan vender su petróleo y tengan capacidad de consumir para que se de el retorno de lo que se pagó por el oro negro.
Pero si ha sido difícil la lucha hasta el momento, pues a la actitud internacional de no querer reconocer la realidad interna del país, de hacerse sordos a nuestras demandas de ayuda, se le ha sumado la actitud prepotente, despreciativa, desvalorizadora e infantil del gobierno, que, no sólo no reconoce las acciones y consecuencias de los actos de la oposición, si no que además se paraliza en su condición de gobierno e invierte todo su esfuerzo, tiempo, energía, inteligencia y dinero –por cierto, de todos los venezolanos- en aparentar que nada pasa que todo está bien, que ellos son más fuertes y más que nosotros. Una mascarada maligna y costosa que al final nadie, en éste país, cree.
Blandiendo la constitución –elástica para él y los suyos, rígida, acerada y determinante para los demás- y un cristo –manoseado y no atendido- que en una oportunidad le esquivó en me-dio de uno de sus larguísimos discursos, se dirige a todos con frecuencia e impositivamente, a la fuerza, con sus interminables e inagotables arengas.
“Quien mucho habla, mucho yerra”, o como decía Aguiló: “Aquel que dice cuanto piensa, piensa muy poco lo que dice”, y nuestra esperanza es entonces que “por la boca muere el pez”.
Mientras el pez muere por sus propias acciones y dichos, los demás nos desgastamos en la espera, con esperanza e impaciencia.
El gobierno profundiza sus diferencias y radicaliza sus actitudes, la oposición también.
El gobierno está, paulatinamente, empleando e incrementando la violencia, la oposición, todavía no.
El gobierno utiliza a los civiles que le son afectos a través de los llamados círculos del terror (Los círculos bolivarianos armados), para que sean ellos quienes ejerzan la violencia y no los militares o la policía política del estado, o mejor dicho, no tantas veces ellos.
El gobierno ahorca a las gobernaciones y alcaldías que no le son afectas, no dándoles el diezmo correspondiente –por llamarlo de alguna forma- al impuesto nacional.
¿Qué va a suceder ahora?
Las cosas están cambiando rápidamente. Ya no hay petróleo para vender, o muy poco. Ya no hay gasolina para consumir, o muy poca, ya no hay dinero para gastar, o muy poco y no hay cosas para comprar, o muy pocas. Además sigue el “paro cívico”: no debemos mover la economía ni la sociedad, ni la ciencia, ni nada, hasta que el pez muera por su boca; hasta que sea otro y otros quienes dirijan al país, al menos en teoría. Primero contarnos en las urnas de votación, luego apoyar con los votos un nuevo gobierno. Falta mucho en verdad.
¿Estaremos más cerca que antes?
Creo que sí.
Ayer y hoy se han despertado los grandes padres blancos del norte. Están preocupados con los criollitos venezolanos. Por fin llegó el momento de forzar una decisión en ese país. Parece que después de todo el problema no es como lo plantea Chávez de una oligarquía en contra de un pueblo; de una rebeldía contra un pardo, como expresión de un racismo solapado y soterrado, que viene carcomiendo las dulces y puras entrañas de los niños venezolanos desde la colonia y que, ¡Por fin! Hizo explosión y se manifiesta con una acción artera y disgregadora de la venezolanidad, encarnada en el más puro de los espíritus llaneros, en el heredero de Maisanta y de Zamora.
La prensa internacional ha dicho todo lo que les ha venido en gana. Han creído al gobierno todas sus mentiras. Se han ocupado solo de retransmitir lo que se les ha servido como información, verdaderos reporteros. No han entendido ni han querido entender el papel protagónico que se ha visto obligado a ejercer el periodismo venezolano en todas sus formas. Los periodistas y los medios de información audiovisuales tuvieron que dejar de ser reporteros objetivos, para ser protagonistas de la noticia, para ser portadores para el resto del pueblo de la información que les era negada y además tergiversada por parte de los gobernantes y han tenido que actuar así para salvar su integridad física, cuando no sus vidas y presentar la verdad de los hechos. Hoy están seriamente amenazados los medios audiovisuales, no sabemos si mañana estarán allí. Tampoco los periodistas. Los informadores, en general se han convertido en los agentes de propaganda más formidables para ese 80% o más, de venezolanos que no aceptan y no comulgan con el gobierno que tenemos. Quizás han perdido objetividad en el reporte de la noticia, pero han ganado bonhomía en su actitud de apoyo a la justicia, la decencia, el respeto y la esperanza.
Una palabra sobre la gestión de Gaviria. Si de paciencia hablamos, Job y Gaviria andarán siempre juntos. No puedo imaginarme a alguien como mediador o facilitador en una mesa en la cual la representación del gobierno, desde el primer día, demostró que no tenía autonomía, ni espacio para expandir su limitación, tampoco tenía más que la voluntad de arrastrar en el tiempo lo más posible las discusiones. Pero, siento que el juego también lo ha venido jugando la oposición: dejar que el gobierno se muestre como es: rígido, inflexible, pretencioso, obtuso, mentiroso y cínico. Así pues, le agradezco al Sr. Gaviria que haya tenido la paciencia de aguantar tanto para que todos vieran en corto tiempo lo que aquí vivimos a diario. Gracias a su paciencia y a la de los representantes de la oposición se está viendo como es el “maní”.
Los niveles de sacrificio y determinación han sido marcados por los periodistas, la marina mercante, los industriales, los grandes comercios, los profesionales de la salud, tantos hombres y mujeres que a pesar de depender de un salario se han declarado en paro, los maestros y los empleados bancarios, los transportistas. Pero descuellan en esta lista, por su persistencia, claridad de objetivos y solidaridad, los empleados petroleros, que una vez más han sido abanderados de la libertad de conciencia y de metas en la vida. Somos todos un ejemplo para todos. De esa interrelación se desprende que la fuerza para continuar la compartiremos y reforzaremos en la desgracia.
El fin está cerca. ¿Qué quedará después…?
“Porque sembraron viento
recogerán torbellino;
no tendrán frutos, el trigo no dará harina;
y si la diere, se la comerán los extranjeros”
(Oseas, VIII-7. Sagrada Biblia)
No es casualidad. Cuando el profeta Oseas escribió esto, se refería a la inminente caída de Israel en castigo por sus crímenes, que eran tan grandes que Dios había anulado la Alianza con su pueblo. La corrupción a todo evento y nivel, era uno de esos crímenes.
Como pueblo (Israel), permitimos que se sembraran los vientos que nos han azotado, vivimos y lo seguiremos haciendo, con torbellinos y vendrán las fuertes tempestades que no queremos, y después vendrá la calma, hasta entonces sufriremos la benigna explotación de los extranjeros, mientras ordenamos el hogar que destruimos.
Lo que no se es cuándo…
Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.