Lo esencial y lo superfluo
(Artículo de opinión publicado en el diario El Nacional (http://www.el-nacional.com/alvaro_requena/esencial-superfluo_0_749925151.html), el viernes 4 de diciembre de 2015)
Al contrario de lo que cree hacer
el gobierno, las acciones que este despliega, en su casi totalidad, tienen muy
poco que ver con las necesidades básicas de los ciudadanos y por ende no son
actos esenciales para la estabilidad, tranquilidad, seguridad, salud, correcta
alimentación y adecuada instrucción de los venezolanos.
Las carencias a las que nos
ha obligado este gobierno mal administrador, peor planificador y pésimo gestor,
son de tal calibre que han convertido la sensibilidad social y política de
nuestro pueblo en una continua irritación, fuente de agresiones, envidias y
maltratos a unos y otros, de forma indiscriminada, con la sola finalidad de
conseguir productos y servicios básicos y esenciales que han sido confiscados
del uso corriente del ciudadano de a pie, que no de los enchufados y favorecidos
por nexos de amiguismos o familiaridad. Siguen siendo legión los protegidos por
el nepotismo y la complicidad en la corrupción. Siguen habiendo muchos miles de
millones de dólares en cuentas personales de dudoso origen financiero y
sospechoso origen criminal o al menos delincuencial, por decir lo menos. Continuamos
viviendo bajo la inicua presión de la arbitrariedad oficial y de la ejercida
por algunos entes militares o policiales en nombre de una justicia impulsiva
que pretende ser equitativa exprimiendo y confiscando del comerciante, legal y
socialmente constituido, sus mercancías, que luego revenden o reparten, con
beneficios inconfesables, a quienes siguen estando necesitados por las carencias
generadas por ellos mismos. Círculo vicioso de malignidad social y
enriquecimiento ilícito.
Así estamos, entre lo básico
y lo innecesario, comiendo mal, con problemas para mantener nuestra salud y
nuestra paz, y pendientes de una fecha en el calendario que exigirá de todos,
uno y otro bando, el acto voluntario importantísimo de ir a votar. Nunca antes
una votación electoral tuvo la importancia de medir verdaderamente cuanto ha
calado en el ánimo del ciudadano las presiones, el miedo y la incapacidad para
gobernar y echar para adelante al país más prometedor del nuevo mundo.
El continuo amedrentamiento
a la población y a sus líderes de oposición, cobrará, en algún momento, su
efecto y la sanidad mental y la resistencia de algunos se quebrantará. Nada
extraño entre los seres humanos que seguimos siendo frágiles, sensibles y
compasivos. Eso puede suceder y tendremos sufrimiento que llevará a la
indecisión y hasta la autoexclusión física, mental y sentimental, del proceso
político. Pero, también veremos el fenómeno contrario y de la aparente
pasividad, sumisión y discreción, podría surgir una bestial defensa personal y
grupal, que de forma incontrolada y expansiva marque con sufrimiento y mucho
dolor la historia de un pueblo que aceptó, por la paz y la esperanza, las más
duras e inmerecidas condiciones de subsistencia, convivencia y tolerancia
social y políticas.
Ese es el juego maligno en
el que ha caído este país. Pero, lo esencial sigue siendo básico e imperativo:
ir a votar el 6D.