Lo que viene es eneas.
La verdad es que siempre he
estado tranquilo y en paz dentro de mi casa, con mis amigos y en mi trabajo.
Los problemas, los disgustos, las angustias, los temores y la aprehensión me han
comenzado últimamente. Al leer los periódicos de la mañana y luego oír la radio
en el auto mientras me dirijo a mi trabajo, a veces ½ hora de cola o más. Ahí
comienza el cucambé. Empiezan las angustias y el no saber que hacer, las
preguntas sin respuestas y las interjecciones al escuchar los absurdos de
quienes dicen lo que dicen y no hacen lo que otros dicen que hacen. ¡Ah! Y peor…
Que el gobierno sea tan perceptivo y capaz, que se de cuenta tan rápido de las
cosas que pretenden los demás y que los demás todavía no saben que las pretenden.
¡Qué impresión!
Al principio creí que era la
consabida paranoia gubernamental, oficialista, que ve fantasmas de terror en
todos las circunstancias y en todas partes y para quienes todos los que no
opinamos como ellos somos el Diablo Cojuelo, por decir lo menos. Pero luego me
fui dando cuenta de que había algo más: odio y temor, juntos e irreprimibles.
Así pues, he venido a enterarme por boca de los encargados del gobierno, que
hay fuerzas de oposición que están soliviantando al pueblo, que pretenden alterar
la paz, que al no querer al chavismo intentan desestabilizar al país, que no
quieren ni a Maduro ni a Diosdado y que éstos se han sentido amenazados de
muerte. A tanto ha llegado el temor, que hasta los instructores de las milicias
y de alguna parte de las fuerzas armadas han tenido que traerlos de Cuba pues
no confían en los de aquí.
Bueno, que no han dicho. Todo lo
que dicen a mi me asusta y me imagino que a ustedes también. Sobretodo por lo
extraño a nuestra manera de ser y entender la política. Pero, después de todo,
cada quien juzga por su condición. Yo sé, por cierto, que sería incapaz de
mandar a matar a nadie ni de hacerlo yo. Prefiero morirme que ser responsable
de la muerte de alguien o de la destrucción de una nación. Entiendo que no todo
el mundo piensa así y hay quienes sienten que su vida sólo tiene sentido en la
medida en que se la quitan a otro o lo ponen a boquear. Hay mucha gente
perturbada capaz de cualquier cosa. Recientemente vi en el periódico la noticia
de un hombre que asesinó a su madre para salvar la vida de Chávez, así se lo
habían indicado unas voces en su mente. Lo contrario también puede pasar. Pero
el hecho extraordinario, fuera de lo corriente, estrambótico, ocasional,
enfermo y raro, no quiere decir que sea generalizable a las demás personas, por
el sólo hecho de no estar de acuerdo con el régimen político imperante. Por eso
me siento indignado con las denuncias del oficialismo, que generaliza sus
miedos y nos convierte en criminales en potencia.
El oficialismo piensa que aquí
puede pasar lo que en Túnez. Libia, Egipto y Siria. Ellos saben más que
nosotros, tienen esas informaciones que acusan a los demás y supongo que
investigan antes de hablar. Quizá también se ha dado cuenta de que esos
movimientos revolucionarios populares en esos países no contaban tanto con
líderes específicos encumbrados y contaban más con la indignación del pueblo
harto de padecer, callados, reprimidos y no tener oportunidades de demostrar su
descontento y sus esperanzas.
Creo que el oficialismo
venezolano tiene que aprender a leer las informaciones que dicen tener. No
somos los demás los que somos malucos y revoltosos, son ustedes quienes no lo
están haciendo bien. Se están serruchando sus propias patas, se están cortando sus
propias cabezas. Lean bien, no es su rabia lo que tienen que manifestar y
aliviar, es cambiar el tercio, como en los toros y a otra faena, porque esta ya
no da para más.