Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 25 de enero de 2013

Lo que viene es eneas.


Artículo de opinión publicado en la red de internet hoy viernes 25 de enero de 2013.
La verdad es que siempre he estado tranquilo y en paz dentro de mi casa, con mis amigos y en mi trabajo. Los problemas, los disgustos, las angustias, los temores y la aprehensión me han comenzado últimamente. Al leer los periódicos de la mañana y luego oír la radio en el auto mientras me dirijo a mi trabajo, a veces ½ hora de cola o más. Ahí comienza el cucambé. Empiezan las angustias y el no saber que hacer, las preguntas sin respuestas y las interjecciones al escuchar los absurdos de quienes dicen lo que dicen y no hacen lo que otros dicen que hacen. ¡Ah! Y peor… Que el gobierno sea tan perceptivo y capaz, que se de cuenta tan rápido de las cosas que pretenden los demás y que los demás todavía no saben que las pretenden. ¡Qué impresión!
Al principio creí que era la consabida paranoia gubernamental, oficialista, que ve fantasmas de terror en todos las circunstancias y en todas partes y para quienes todos los que no opinamos como ellos somos el Diablo Cojuelo, por decir lo menos. Pero luego me fui dando cuenta de que había algo más: odio y temor, juntos e irreprimibles. Así pues, he venido a enterarme por boca de los encargados del gobierno, que hay fuerzas de oposición que están soliviantando al pueblo, que pretenden alterar la paz, que al no querer al chavismo intentan desestabilizar al país, que no quieren ni a Maduro ni a Diosdado y que éstos se han sentido amenazados de muerte. A tanto ha llegado el temor, que hasta los instructores de las milicias y de alguna parte de las fuerzas armadas han tenido que traerlos de Cuba pues no confían en los de aquí.
Bueno, que no han dicho. Todo lo que dicen a mi me asusta y me imagino que a ustedes también. Sobretodo por lo extraño a nuestra manera de ser y entender la política. Pero, después de todo, cada quien juzga por su condición. Yo sé, por cierto, que sería incapaz de mandar a matar a nadie ni de hacerlo yo. Prefiero morirme que ser responsable de la muerte de alguien o de la destrucción de una nación. Entiendo que no todo el mundo piensa así y hay quienes sienten que su vida sólo tiene sentido en la medida en que se la quitan a otro o lo ponen a boquear. Hay mucha gente perturbada capaz de cualquier cosa. Recientemente vi en el periódico la noticia de un hombre que asesinó a su madre para salvar la vida de Chávez, así se lo habían indicado unas voces en su mente. Lo contrario también puede pasar. Pero el hecho extraordinario, fuera de lo corriente, estrambótico, ocasional, enfermo y raro, no quiere decir que sea generalizable a las demás personas, por el sólo hecho de no estar de acuerdo con el régimen político imperante. Por eso me siento indignado con las denuncias del oficialismo, que generaliza sus miedos y nos convierte en criminales en potencia.
El oficialismo piensa que aquí puede pasar lo que en Túnez. Libia, Egipto y Siria. Ellos saben más que nosotros, tienen esas informaciones que acusan a los demás y supongo que investigan antes de hablar. Quizá también se ha dado cuenta de que esos movimientos revolucionarios populares en esos países no contaban tanto con líderes específicos encumbrados y contaban más con la indignación del pueblo harto de padecer, callados, reprimidos y no tener oportunidades de demostrar su descontento y sus esperanzas.
Creo que el oficialismo venezolano tiene que aprender a leer las informaciones que dicen tener. No somos los demás los que somos malucos y revoltosos, son ustedes quienes no lo están haciendo bien. Se están serruchando sus propias patas, se están cortando sus propias cabezas. Lean bien, no es su rabia lo que tienen que manifestar y aliviar, es cambiar el tercio, como en los toros y a otra faena, porque esta ya no da para más.

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