Marionetas ceduladas
(Artículo de opinión
publicado en la página 9 del diario El Nacional, el viernes 9 de noviembre de
2012)
Es la descripción de un tipo de
ciudadano automático, engrasado y obediente ejecutor de órdenes. Algunos lo
verán como un insulto, otros como la definición de un jalabolas y habrán
quienes se den cuenta, por primera vez, que tales personajes existen.
Hasta aquí la descripción somera
de un tipo de maquinaria de carne y hueso que decidió seguir la corriente de la
vida parasitaria y obsecuente como alternativa al esfuerzo de ser independiente
y autónomo en criterio y actuación, además de respetuoso de los valores,
ideologías, pensamientos y actitudes de los demás. Personajes que consideran la
intolerancia, el fanatismo y el sectarismo excluyente, como razones suficientes
para justificar cualquier acto en contra del ciudadano, la Constitución y otras
leyes. Ni que decir del abuso desde las posiciones de poder, de los carnets
altisonantes o de los chantajes y otras penalidades injustas, corruptas y
extorsionadoras, en uso corriente en los ambientes gubernamentales.
Puertos y aduanas,
certificaciones, autorizaciones, compra de insumos para la construcción,
licencias, pagos de deudas en monedas diferentes al Bolívar fuerte, etc.
Menciónelo usted y tendrá otro elemento más de entrabamiento y posible
corrupción del otorgante o del facilitador.
Esa es la realidad que vivimos.
Dinero fácil, habido por el camino del chantaje, la complicidad y el
aprovechamiento de la debilidad del pagador.
También a niveles más profundos
e íntimos se observa esa mecanización de la voluntad, manejada a distancia y
premiada con promesas incumplibles, pero por lo mismo generadoras de fantasías
inimaginables en el individuo orientado, inducido y finalmente “entubado” al
uso de una libertad que ya perdió, para ejercer una voluntad que no es la de
él, pues no tiene ni la posibilidad de generarla ante el influjo de estímulos
comprometedores y chantajistas que le acosan. Órganos del pueblo que no son
para él. Instituciones estadales que no tienen respeto por la Constitución que
los creó. Representantes populares que obedecen a un mandante y una palabra que
implica una acción que es irreal y abusiva: co-mandante. La palabra implica que
mandamos juntos, pero no es verdad. Manda él, obedecemos todos, gústenos o no,
estemos de acuerdo o no. Por temor o por respeto o yo no sé porqué, pero así
es. Vemos la debacle y el abuso y seguimos, pasivamente, quejándonos y
argumentando…
Los votos de la mayoría justifican
el oprobio de la minoría y quienes hoy somos minoría, acostumbrados al respeto
de las mayorías, luego de tantos años de vivir la democracia imperfecta que nos
enseño a padecer del instrumento con que hoy nos arropan y anulan, estamos como
pajaritos en grama, picando y piando, con horizontes limitados y puras
fantasías de corrección, respeto, aceptación e inclusión en el futuro de
Venezuela.