16D, angustia otra vez
(Artículo de opinión
publicado en la página 10 del diario El Nacional, el viernes 23 de noviembre de
2012)
Es curioso y chocante que
estemos pasando de nuevo por lo que ya pasamos hace unos años, cuando la
oposición decidió no votar en las elecciones parlamentarias y al final tuvimos
una Asamblea sin oposición, llena de flojos e ineficientes parlamentarios que
entregaron su condición al jefe del estado en la ley habilitante y nos
cundieron de leyes “veintiúnicas”.
Esta vez y con los mismos
argumentos, parece que nos queremos quedar sin gobernadores y eventualmente sin
alcaldes y entregarles esos cargos, que son claves para la descentralización y
para los desarrollos y administraciones regionales, al gobierno, sus secuaces y
sus cómplices.
Todos los argumentos en contra
de votar son rebatibles, no en su contenido que pueden ser ciertos, pero sí en
el sentido del acto. Hemos dicho hasta la saciedad, al igual que muchos otros lo
han hecho, que pase lo que pase hay que jugar el juego con las mismas armas y
piezas con las que está montado. No jugar el juego es un abandono de la pelea
que no sólo no tendrá éxito, sino que, además, traerá más y más fácil
represión, corrupción, injusticia, desinserción social, exclusión y anulación
del esfuerzo personal y colectivo de quienes somos oposición.
Hay que luchar electoralmente
por posiciones socio políticas. El pueblo necesita de ejemplos de luchadores,
de gente recia que batalle donde se están dando las batallas, no de gente que
espere momentos mejores y favorables, que no aparecerán por sí solos, jamás.
Las luchas hay que darlas y el futuro hay que construirlo, contra viento y
marea. Con decisión y constancia. No se puede tener la fe puesta en cuando
aparezcan las ventajas. El cristianismo, por poner un ejemplo, no sería lo que
es si Cristo no hubiese pasado por el vía crucis, aun sabiendo lo amargo del
cáliz que le tocó beber.
La represión es un hecho
evidente, la trampa también y no es en el contaje de los votos, es en el
camino, en la campaña electoral y en el REP. El responsable es el CNE.
Doblemente responsable, diría yo, primero por la injusticia de medir y calibrar
con diferente patrón al oficialismo que a la oposición, y en segundo lugar por
no ser claros, justos y equitativos en la reglamentación de las elecciones y
permitir la discrecionalidad y la lenidad en el escrutinio de los inscritos en
el REP y en el uso de la propaganda.
Las elecciones hay que pelearlas
y ganarlas. Si no se ganaron, pero se pelearon, debemos aprender para pelarlas
mejor la próxima vez, no para sentirnos apabullados, hundidos y ahogados sin
posibilidad de surgir. Hay que volver a empezar, como porfiados que somos, como
corchos en el agua. Nunca hundidos.
Lo del gobierno el CNE y las
elecciones es una sinvergüenzura criminal con asociación para delinquir,
agavillamiento y alevosía, lo de la oposición, si llama a la abstención, es una
estupidez.