Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 30 de octubre de 2009

Los futuros candidatos

(Artículo de opinión publicado en la página 7 del diario El Nacional, el viernes 30 de octubre de 2009)

Los humanos, como colectividad, somos ingenuos. Creemos todo lo que nos dicen y raramente sospechamos la maldad, la mentira, el engaño y hasta el aprovechamiento por otros de nuestra bonhomía. Por ejemplo, en tal día como hoy, en 1938, el famoso actor y director de cine Orson Welles narró por la cadena de radio CBS en los EE.UU., la supuesta invasión de los marcianos a la tierra. Ficción que generó pánico en muchos radioescuchas quienes lo tomaron por cierto. La gente está dispuesta a creerlo todo.

Un aspecto llamativo de la historia es que en pocos años las grandes decisiones, tomadas al calor de los acontecimientos, suelen desvanecerse y pasar al olvido. También llaman la atención los bruscos cambios de las situaciones políticas, económicas y sociales que afectan a los países conmocionados con grandes dramas públicos no resueltos. Así fue que, posterior a la revolución de 1905, el Zar Nicolás II le ofreció a los rusos el “Manifiesto de octubre” en el cual garantizaba los derechos civiles de los ciudadanos, incluyendo la inmunidad personal, la libertades religiosas, de expresión, de asamblea, de asociación, el voto universal masculino y además, aceptaba que se estableciese la primera Duma (Asamblea), como ente rector del ordenamiento jurídico. Ese manifiesto es el precursor de la Constitución Rusa, pero resultó tan inútil como todas la Constituciones que no cuentan con el apoyo del pueblo ni de los gobernantes y terminan valiendo menos que el papel en que fueron impresas. Los desmanes autoritarios continuaron y en 1917 estalló la Revolución que recomenzó todo el proceso político, social, económico, legal y constitucional, para volver a terminar en lo mismo de antes o peor, esta vez con Stalin. Drama político que se vino a evidenciar definitivamente en 1961, cuando el Congreso del Partido de los Soviets aprobó por unanimidad que el cadáver de Stalin fuera retirado de la tumba que compartía con Lenin.

Otro ejemplo de órdenes que no sirvieron para nada, excepto para rellenar el papel y fue una muestra inútil de lo que es mandar sin acuerdo ciudadano, fue la decisión dictada por la Reina Isabel de Castilla en 1503, prohibiendo la violencia contra los indios. Que todos sabemos en que terminó.

Quizá, el repaso de estas efemérides del 30 de octubre a lo largo de la historia nos haga reflexionar sobre lo importante que es el pueblo llano, la gente que no manda pero que debe saber lo que sucede, que son crédulos y confiados y esperan siempre lo mejor y lo más diáfano y transparente de los actos y propuestas de sus líderes.

No debemos ocultar al pueblo las realidades y hacemos bien al recordar que los pañitos calientes y las soluciones parciales, son sólo el comienzo del desastre y el alimento más fuerte para las revoluciones más cruentas y los gobiernos más desconsiderados que ha vivido la humanidad. Tenemos un país que se desmorona a pedazos por la desidia, el desgobierno, la inseguridad, el derroche y la falta de apego a las estructuras legales y constitucionales. Proponer al pueblo un futuro no consiste en ofrecerle una fantasía rimbombante. El futuro es de trabajo y sacrificio de todos y de los líderes en particular. Los futuros candidatos a la asamblea deben ser el producto popular unificado de un pueblo en necesidad de cohesión. No valen las imposiciones ni los personalismos, o terminaremos todos como algunas de las historias que hoy se conmemoran.

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