Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

sábado, 6 de octubre de 2007

¿Médicos perversos?

(Artículo de opinión publicado en la página 15 del diario El Nacional, el 5 de octubre de 2007)

Ahora, después de casi diez años, es que el comandante Chávez está descubriendo que muchos de sus camaradas beben whisky escocés, compran inmensos, lujosos y carísimos 4x4, reciben préstamos blandos que no pagan y se benefician de depósitos de dineros del presupuesto del estado que no usan pero que producen intereses “compartibles”.

El país va por un lado y el quiere que andemos por otro. El no quiere inflación, pero la genera, no quiere desabastecimiento y lo impulsa. Quiere justicia social y económica y no atiende a los sindicatos ni a los gremios, estrangulando las libertades de asociación, contratación y propiedad privada.

Nos va a enseñar a ser buenos revolucionarios y a ser mártires; “dar la vida por la idea de hacer revolución”, dijo el domingo pasado. En esa imposición martirológica entramos también los médicos, porque, según él, a semejanza del Ché Guevara, “el médico da la vida”. El Ché dio la de él, no hay duda, la dio como guerrillero en Bolivia, no estaba practicando la medicina, hacía la guerra, como hizo casi toda su vida.

Por un principio básico de humildad y autenticidad, los mártires, por su fe, dan la vida. Los revolucionarios y todos aquellos que creemos en algo trascendente, estamos dispuestos a dar la nuestra. La mayoría de los médicos aspiramos a vivir confortablemente y con la paz de espíritu necesaria para poder dedicarnos, como de hecho lo hacemos, a nuestro trabajo. Pocos hacen dinero con la medicina. Ser médico, como ser maestro, militar, sacerdote de cualquier religión o político honesto y entregado, es una forma de vivir que va más allá de la vocación o el interés en el dinero.

Chávez se la pasa recordándonos a los médicos lo buenos, honestos y entregados que debemos ser, pero no nos pregunta que queremos y necesitamos, ni cómo lo queremos, tampoco nos da alternativas. Cercena nuestros derechos bajo la presunción de perversión por nuestra parte. Nos sustituye con desventaja para el pueblo y ahora pretende además que él, que no ha podido administrar adecuadamente los hospitales del estado, va a poder administrar los privados, que en su mayoría no dan ganancias a sus accionistas y sólo nos sirven para tener un lugar decente y adecuado para ejercer la medicina que queremos hacer.

Perverso es el esquema de traer a los médicos cubanos a este país, aprovechándose de las condiciones de inferioridad económica de Cuba, trasladando a esa pobre gente a vivir en las condiciones más depauperadas y de inseguridad que jamás pensaron se iban a encontrar.

Perverso es el esquema de quejarse de la atención médica y no atenderla de raíz, mejorando los módulos, los hospitales y los salarios de nuestros médicos.

Perverso ha sido intentar acabar con la tradición de formación médica en Venezuela. Nuestros médicos son exitosos en cualquier lugar del mundo que los reciban, pero resulta que aquí, según el Presidente, no lo son.

Lo malo, lo inadecuado y lo perverso no somos los médicos, ni las clínicas y hospitales privados. Lo malo está en enfocarnos de esa manera artera y despiadada, desviando así el foco de atención del pueblo de problemas tan acuciantes como la insuficiente atención médica y de emergencia en los hospitales del estado, la inseguridad en las calles, la indefensión jurídica, la falta de viviendas, medicamentos y alimentos, el desorden financiero y económico, los salarios miserables y el proyecto hegemónico, militarista, autoritario y personalista del Presidente.

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